25 marzo, 2011

Esperando la carta (tercera parte)

Se terminaba el tiempo de receso, se consumía su corazón, pero lo que no se acababa era la angustia, la incertidumbre, el dolor...

Un estado llevaba al otro: la incertidumbre lo llevaba a la angustia, ésta al dolor y del dolor pasaba a los recuerdos que regresaban a la maldita incertidumbre. Éste ciclo que al alma y al corazón laceraba no tenía fin, Victor no podía escapar, no podía ahuyentar los recuerdos, que a cada minuto le revelaban su destino sin ninguna equivocación...

Unos días después de que Victor conociera a Beatriz, éste se lo reveló a su madre. Y mientras Elina se alegraba por su hijo, en casa de Beatriz padre e hija estaban divididos, pero lo que la joven no sabía, era que Huberto había intervenido en la decisión de su progenitor de alejarla lo más pronto del joven y, de casarla con el marqués.

Beatriz se lo contó a Victor y éste tomó la firme decisión de escapar, de escapar con ella, a donde el sendero oculte sus huellas, a donde la brisa oculte sus nombres. Estaba resuelto, los días avanzaban, las ansias de igual manera, pero unos días antes de que emprendieran el viaje, el padre de Beatriz enfermó, la gravedad de la enfermedad era tal, que tuvieron que llevarlo a la capital. El médico que lo atendió, le dijo a su hija que lo mejor era que ella estuviera a su lado.

Tuvieron que separarse, Beatriz le dijo a Victor que le escribiría una carta si es que ocurría algo allá y así lo hizo:

Querido Victor:

Estos días que he pasado con mi padre han sido de angustia. Su enfermedad ha ido empeorando, he tenido que vender la casa que tenía allá. Aunque finalmente el dinero es lo de menos. Lo que en verdad quiero es que me respondas esta carta con total sinceridad y que me digas que esperarás a que mi padre se mejore y volvamos o en caso contrario que me acompañes en este sufrimiento.


Te quiere, Beatriz.

Pero la carta que llegaría a las manos de la joven no sería la que mandaría Victor...