18 julio, 2015

La mentira del poder (segunda parte)

“¡Estamos a unos pasos de conseguir nuestra verdadera libertad!” Acto seguido, Javier comandó a sus camaradas hasta el recinto del rey. Una hora después lograron capturarlo, amarrándolo y haciendo que éste pidiera perdón a toda la población. Sin embargo, Carlos decidió entregarlo a la voluntad del pueblo.

“¡¿Por qué hiciste eso?!” “Era necesario… mira, allá en aquella habitación… te está llamando Walther…” Javier fue a ver qué era lo que sucedía. Un puñal fue clavado en su pecho. La sangre corría por las manos de su antiguo compañero, mientras la gente alborotada con el rey, no se percató de la agonía de su líder. Los había cegado su sed de venganza.

Los meses pasaron, y los pobladores que vivían a las afueras de la ciudad, siguieron con las mismas condiciones por las que habían ido a sacrificarse aquel sangriento día. Nada había cambiado. Las leyes seguían siendo las mismas. La pobreza seguía respirándose en cada mañana, en cada puesta de sol. El gobierno solamente cambió de manos. La población cometió el error de proclamar a Javier como su nuevo rey, y éste designó a sus ex subordinados para que lo ayudaran a tomar el control total de la nación. Los meses pasaron, llenos de guerras internas, y con esa necesidad atávica de poder.


07 julio, 2015

La mentira del poder

“Tomaremos la plaza y el congreso. ¡No nos podrán detener!” gritó Javier, mientras los demás recogían armas improvisadas. Cacerolas, palos de escoba, algunos cuchillos doblados de tanto uso, todo lo que pudiera servir para la confrontación era recogido. “De noche será más fácil entrar, hoy haremos justicia. ¡Por nuestros padres, por nuestros abuelos y por los que vendrán!” Y luego de estas palabras la muchedumbre enfurecida empezó la marcha hacia el centro de la ciudad.

“Compañero Javier, con el éxito de nuestra empresa tendremos que rápidamente poner en orden las cosas. No debemos dejar que el caos destruya más que lo necesario. Así que creo… que necesitamos compartir el poder” susurró Carlos. Pero no hubo respuesta alguna, sino más arengas. “¡Amigos, concéntrense en el palacio, en el rey y la reina!”

Carlos, entonces se dio cuenta de lo que pasaba. Se retiró del lado de Javier y fue al encuentro de uno de sus ex subordinados. “Walther, necesito que asesines a Javier” “Pero, jefe no me pida algo así… la turba me tomaría y solamente Dios sabe qué es lo que me harían” “No seas cobarde. No te harán nada. Yo me encargaré de ellos…

“¡Señor, un mar de gente está a las puertas del palacio!” “¡No dejes que se entere el rey! Mande a toda la guarnición a defender la entrada” “¡Son demasiados, nos superan!” “¡Pero no tienen armas ni adiestramiento! Así que cálmese, que pareciera que no es… “¡¿Qué es todo ese ruido?!” “Majestad, no se preocupe, son solamente algunos pobladores. No es nada importante.” “Deshágase del problema inmediatamente” “¡Sí, alteza!” Es así, que terminadas las palabras entre un soldado, un general y el rey, la defensa se organizó. Las flechas llovieron sobre los cuerpos de la población, pero esto no la detuvo, pudiendo derribar el portón.


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04 julio, 2015

Nuestros caminos (quinta parte)

Cuando mi esposo murió, la tristeza me invadió. Creí que alguien allá arriba se burlaba de mí. No podía siquiera ver a mis hijos sin que las lágrimas se derramaran por mi rostro. “Mami no llores, papi no quiere que llores”

Supe, mucho tiempo después de que sucedieran los hechos, que la mujer fuerte había perdido a su esposo. Decidí entonces abandonar la vida miserable que llevaba. Decidí ir a buscarla.

Nunca pude imaginarme quién se presentaba a la casa donde antes vivía, a la cual yo volví porque mi madre me lo insistió hasta llorar.

“Hola” le dije.

“No creí que volvería a verte” le respondí.

Su rostro había envejecido mucho, su voz se había hecho pesada, ya no tenía el encanto de la mujer de la que me enamoré ya hacía más de 10 años. Sin embargo había desarrollado otro tipo de encanto inexplicable para mí.

Su rostro era el de un miserable, de un completo inútil. Supe por algunas amigas, que lo habían visto, que no continuó trabajando, que vivió como un parásito hasta que su padre murió. Y a pesar de eso, sus ojos no habían cambiado mucho. Aún recordaba ese algo que ya había enterrado.

Varias semanas fui a buscarla cuando se negó a dejarme entrar. Y Siempre tuve la misma respuesta: su madre me tiraba un cubo con agua helada.

No quería volver a dejarlo entrar en mi vida así como si nada. No quería que mis hijos me vieran sonriendo con un estúpido cuando su padre había partido hacía poco.

Creí que nunca me perdonaría. Entonces decidí primero cambiar mi situación. Conseguí empleo, conseguí un hogar y conseguí cambiar mi vida. Todo esto se dio en un año. En todo ese tiempo dejé de ir a verla.

Creí que se había dado cuenta de que no lo quería en mi vida en esos momentos. Así que decidí seguir con mi vida como si ese episodio nunca hubiese sucedido.

Luego de un año, volví a buscarla, creyendo que me caería otro cubo.

Cuando lo volví a ver, creí ver a otra persona. Aún guardaba la mirada de siempre, pero su rostro parecía distinto, su semblante había cambiado.

“¡Vengo a pedirte una disculpa!” le grité cuando la vi asomarse desde su segundo piso.

Lo dejé pasar, escuché sus disculpas.

El peso del deshonor, la crueldad y la cobardía empezó a desaparecer desde ese día.

“Quiero que prometas algo” le dije antes de que se fuera “No quiero que engañes a nadie más”

Nunca volveré a mentirte. Aún te amo. A pesar de lo que te hice, a pesar de lo que me hice.

“Yo no puedo corresponderte, pero te puedo decir que me alegra que hayas cambiado, ¡así te hayas tardado más de diez años, tonto!”

Reímos como cuando estábamos en la universidad, y seguimos viéndonos hasta que ella se recuperó. Perdí el amor de esa mujer, pero logré su perdón y logré perdonarme a mí mismo por lo que hice.