26 mayo, 2015

Nuestros caminos

Geraldine fue la primera chica a la que besé. Ya me había enamorado, pero jamás había besado a alguien.

Éramos amigos en el momento del beso. Fue inesperado: me acerqué a ella para recoger mi lápiz del suelo, ella cerró sus ojos, se acercó y nuestros labios se juntaron. Cuando nos separamos ella estaba sonrojada, yo sólo atiné a continuar nuestra reunión de estudios.

Conocí a Lucio días después de haber cortado mi relación de un año. Mi enamorado me había engañado con una de sus amigas. Me sentía desolada y triste al principio, sin embargo con el tiempo desarrollé ira hacia él.

Después de ese repentino suceso seguimos viéndonos. Mayormente por motivos de estudio. Estas reuniones  de “estudio” eran interrumpidas a menudo por alguna broma de ella, o cuando, naturalmente surgía un tema de conversación y hablábamos de la vida, los amigos, la familia y el amor. Aunque siempre yo ponía poco interés en este último tema. Tenía miedo a ser rechazado.

Muchas veces nos reunimos a estudiar. Él quería que le explicara algunos ejercicios que no había entendido. Al principio creí que  tenía otras intenciones. Pensé que quería algo pasajero conmigo. Lo pensé aún más cuando se acercó a besarme y yo permití ese dulce instante. Pero entonces sucedió algo extraño: nunca hablamos del beso. En cambio empezamos a conocernos mejor. Nuestros logros, nuestros fracasos, nuestros sueños, nuestros miedos. Estábamos deseosos de aprender uno del otro.

Los días más encantadores de mi vida se fueron rápido. La relatividad del tiempo ¿no?  Me sentí optimista todo el tiempo que pasé con ella, a pesar de que iba mal en las asignaturas en la Universidad. Pero, todo ese ambiente alegre y despreocupado duró unas semanas. Mi padre se enteró de lo mal que iba de la Universidad. Me advirtió que debía mejorar mis notas o si no me iría a trabajar con él a las afueras de la ciudad. Entonces le propuse que mejoraría mis notas y además conseguiría un trabajo. Me dijo: “Paso a paso, muchacho. Demuéstrame lo primero”

Empecé a ver a Lucio como un chico interesante, comprensivo y amable. Empecé a sentirme a gusto con él. Sin embargo este sentimiento de tranquilidad empezó a cambiar, gradualmente. Estaba enamorándome. Sentía celos, le preguntaba qué es lo que había hecho en el día, y con quién había estado. Y aun así sentía que todo fluía de maravilla entre nosotros. Esos fueron los días más encantadores de mi vida.


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16 mayo, 2015

Detrás de la ventana (segunda parte)


-…

- ¡¿Por qué?!

- No me siento bien.

- ¿Ha pasado algo con tu marido?

- …

- Sea lo que sea que haya pasado, cuentas conmigo. Y… recuerda una cosa: la verdad siempre debe prevalecer.

- Está bien amiga, gracias.

Esas palabras le dieron un poco de coraje, y fue así que pudo enfrentarse a su marido. Sin embargo Renato sólo atinó a intentar desmentir su traición. No aceptó la verdad en frente de su esposa. Y esta cobardía volvió a llenar de coraje a Diana. 

- ¿Diana?

- Amiga, ¿puedes hacerme un gran favor?...

Cuando Renato deslizó la carta por debajo de la puerta, Diana ya había salido de su habitación por la ventana. Su amiga Beatriz la esperaba en su auto.

- Iremos al bar donde se ve con esa zorra.

- ¿Segura amiga?

- Sí, quiero que me vea y si es posible que le cuente a Renato. 

- Está bien.

- Desde esta noche soy soltera.


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