21 febrero, 2012

Cuando tu ocaso se convirtió en el mío (segunda parte)

¿Les dije antes que no sentía nada, excepto el querer comer? Pues, ahora resulta que tengo otro sentimiento, y a mi parecer puede estar entre culpa, disgusto o sufrimiento. No lo sé con exactitud. Ya ni siquiera recuerdo cómo era sentirlos. Lo único concreto ahora, es que estoy mordiendo el cuello de una chica, que no debe pasar los veinticinco años, y que las lágrimas vuelven a brotar…Unos días antes de convertirme, en lo que sea que me haya convertido, después de salir de clases, mis amigos, me invitaron a comer, pero los rechacé por irme a caminar y meditar (no estoy seguro si fue la peor decisión que pude haber tomado en toda mi vida)… ¡Rayos! ¡Se está convirtiendo! Jamás alguien se había transformado en tan poco tiempo, ahora no sé si matarla, o huir… ¡ah! Pero, ¿por qué me pregunto esto? Ya elegí mi decisión, ¿quién soy yo para hacerla “sufrir” por toda la eternidad?...

Como les iba contando, después de rechazar la propuesta me dirigí hacia mi casa, pero aquel designio del destino y aquella decisión que tomé, permitieron que cortara mi camino, para auxiliar a una chica de unos diecinueve años, oculta tras unos arbustos y con las muñecas ensangrentadas. Me acerqué, nervioso, diciéndole que le traería ayuda, a lo que ella me contestó raudamente que no lo hiciera, que ya estaba perdida. Creyendo lastimosamente que moriría, le hice caso a su petición, acompañándola, en los que creí, eran sus últimos minutos de vida. Y creí que mis sospechas eran verdaderas, cuando, momentos más tarde, tomándome de las manos, “murió”. Nervioso, entonces, reuní fuerzas y la llevé cargada a la universidad, pero a mitad del camino, me agarró la camisa diciéndome suavemente: “Estoy bien, bájame”

Mi sorpresa fue total, cuando me percaté que sus muñecas estaban curadas. Le quise preguntar qué le había ocurrido, pero mi estupefacción no me dejó interrogarla, y le permitió a ella, correr hacia rumbo desconocido (dicen que las primeras impresiones valen mucho, y la que ella me había dejado, que aunque rara, quedó rondando en mis pensamientos durante los siguientes días) Mis amigos, que notaron cierto aire de nostalgia en mi mirada, me convencieron de contarles aquella “historia poco creíble”, como ellos la llamaron.

Pasó una semana sin saber nada de ella. Mi alma, resignada a ya no verla más, cambió mi estado de humor. La nostalgia no se encontraba más, ni en mis ojos ni en mis palabras. Pero, la vida siempre da sorpresas, y cuando menos lo esperaba volví a verla… Era otra tarde después de las clases de la universidad; estaba con mis amigos e iba a almorzar, cuando uno de ellos me dijo: “¡Eh! ¡Mira! Allá hay una chica que mira para acá como buscando a alguien, quizás es la chica de la que nos hablaste jajaja” Es allí, cuando volteo, la veo, y ella me ve. Fueron segundos de palpitación acelerada, y decisiones apresuradas, las cuales me llevaron a dejar a mis amigos en plena conversación, para ir tras “la chica”.

Cuando llegué hacia ella nos quedamos en silencio. No sabía qué era lo que sucedía. Pero, mi corazón volvía a acelerar su marcha. Ella, fue la primera que habló: “Es raro, no te conozco, pero eres la única persona que me vio lastimada, y quizás una de las pocas en las que puedo confiar” Creo, que asentí con la mirada, porque ella me dijo: “Gracias por no abandonarme la primera vez que nos vimos, ahora tengo que contarte lo que me pasó…”