11 junio, 2011

Infinidad de realidades

Imaginen a tres personas: Gerardo, un vago; Verónica, una empresaria exitosa; David, un estudiante universitario. Tres destinos diferentes, tres caminos separados que, sin embargo, pueden cruzarse por un instante, cambiando totalmente sus cursos.

Si es que no se cruzaran, el cuadro sería el siguiente: a las seis de la mañana Gerardo se despertaría, alejando los periódicos que lo tapaban, releyéndolos por última vez. A las siete, tanto Verónica, como David, saldrían de sus casas para dirigirse al trabajo y a la universidad, respectivamente. A las siete y cuarto Verónica estaría por llegar a su trabajo conduciendo su camioneta, mientras que David cruzaría la pista sin percatarse que después pasaría Verónica por allí.

Sin embargo ¿qué ocurriría si...?

Gerardo, después de despertarse tuviera ganas de desayunar, y al ver a David caminar cerca suyo le pidiese limosa, retrasándolo unos minutos. Finalmente el vago conseguiría su objetivo, mientras que el joven universitario seguiría su camino. Unos minutos antes, Verónica se despertaría tarde, e iría deprisa en su auto, pasándose dos luces rojas del semáforo, pero ella sabiendo que en el país que está no la detendrán sigue adelante. Ante todo, tiene que llegar como siempre a la misma hora, sin embargo se suscita la tragedia: la joven empresaria atropella a David, éste termina en coma, mientras que Verónica pierde su trabajo y su libertad.

Y, ¿qué ocurriría si...?

Verónica se levantara nuevamente tarde, pero esta vez Gerardo se despertaría de mal humor, y de su gabán desgastado sacaría un cuchillo, que guarda por protección, buscando robarle a alguien, sin embargo se le pasaría la mano con el joven universitario, David, y éste finalmente correría moribundo al auto de Verónica, que se detendría al ver la escena, pero que sin embargo huiría, por el shock causado y por el temor de que la hieran. Así entonces, Gerardo quedaría como otro asesino impune, Verónica como una espectadora que no se presentaría al juicio, y David moriría.

Vean entonces cómo es que por pequeños encuentros se pueden cambiar los destinos, los caminos, se pueden crear distintas realidades, éstas son sólo dos muestras de lo que puede pasarle a tres personas. Ahora imaginen cuántas realidades se pueden dar con todas las personas que tenemos a nuestro lado, con todas las personas de este mundo, sólo ¡imaginen!