27 diciembre, 2019

Poema LXXV

El dolor,
el dolor mortal.

Que a algunos
mata en vida,
y a otros
envenena el alma.

Son ciertas mis palabras,
y mis ojos testigos
y aunque
exista otra posibilidad
no he podido comprobarla.

¿Es la existencia que se escapa
un vil motivo?

¿Es la angustia acaso?

Solo imagino cuál es la razón,
tu dolor convertido
en una triste arma.

(Escrito el 15/08/17)

24 diciembre, 2019

Cuento Corto N° 2

Siempre me he preguntado por qué al dormir, si coloco las manos juntas sobre mi pecho, termino teniendo pesadillas. Es algo infalible. Muchas noches tuve que pasar por ello para encontrar el patrón definitivo. Ya he indagado en el dios de las búsquedas, pero no he encontrado algo en concreto. Tengo mis propias teorías locas, cada una menos cuerda que la anterior:

1) Es la mayor coincidencia de experimento – resultado, causa – efecto, que he visto… cien por ciento de las veces que puse mis manos de esa forma me tocó despertarme a mitad de la noche.

2) Siguiendo la línea de opciones más plausibles, podría decir que mi cerebro se sugestiona a tener pesadillas al quedarme en la posición mencionada. Horrible funcionamiento de la mente debo decir.

Y aquí empieza la línea de opciones fantasiosas, aunque no por ello menos posibles:

3) Al cerrar mis manos de esa forma, atrapo a algún espíritu errante, un ente que ve como única posibilidad de escape o quizá de disfrute (quizá ambos), el ocasionarme temor, miedo, desesperación durante mi sueño.

4) Toda la humanidad comparte una memoria universal (alguna vez leí sobre eso) y en algún momento de la historia, esa posición empezó a transmitir una energía lúgubre. Para ser exactos, pienso en la hora de la muerte.

Antes de ser enterrados nuestros cuerpos son preparados; en este ritual nuestras manos (he visto muchos casos) son entrelazadas y puestas sobre el pecho, dándole al difunto un aspecto de descanso, solemnidad y paz. Pero, si es que el alma queda retenida en el cuerpo por unos segundos antes de liberarse, podría fácilmente desesperarse, viéndose impedida de moverse. En esto es que lo relaciono a mis pesadillas. Si existiese una memoria universal yo compartiría dicha experiencia ultra terrenal que quizá la humanidad entera experimenta antes de morir. Y también cabría hablar del ejemplo de dormir boca abajo el cual produce sueños eróticos. De igual forma vendría a ser una especie de memoria universal.

Estas han sido mis hipótesis. Quizás busque nuevamente para informarme más. Quién sabe, de repente, mientras escribo esto, existe otra persona en el mundo que ha encontrado razones más lógicas para este extraño suceso.

20 diciembre, 2019

Poema LXXIV

Toda la sangre revuelta en el pecho,
cálida sensación, a la vez que desagradable,
el néctar agrio del sufrimiento,
                                       la rabia y el desamor.

(Escrito el 01/06/17)

15 noviembre, 2019

Poema LXXIII

Ayer te vi,
más espectacular,
brillante y hermosa.

Compañera, a veces trágica,
a veces llena
de risa y nostalgia.

Ayer te vi
y mi sonrisa
dibujose como antes.

Ayer eras poesía,
tan lejana e inalcanzable.

(Escrito el 10/05/17)

30 octubre, 2019

Cuento Corto N° 1

Me quedé mirando a través de la ventana del bus.

Vi los autos, las casas, los árboles, la gente. Dejé de pensar. Absorta en un estado, al que llamaré hipnótico, dejé a mi existencia morir. Fueron segundos de no estar conectada a la realidad, más que por mis ojos. No oía ni sentía. Por primera vez, desde que hui de casa, estuve en paz. O al menos así lo creía al recobrar todos mis sentidos y escuchar por la radio: “Hombre caucásico de cuarenta años es encontrado muerto en el callejón S. Las primeras hipótesis que maneja la policía indican una disputa entre pandillas. Al parecer dicho hombre se dedicaba a la trata de mujeres…”

10 marzo, 2019

Poema LXXII

Flotas opacando mi sombra,
a veces,
hasta logras que desaparezca
y no sé,
si es bueno no verla.

(Escrito el 16/03/17)


05 enero, 2019

Pero los poemas no resueltos (Poema LXXI)

Suelo escribir todas las tardes en esta habitación.
Pero son letras que no traspasan el lirismo de mi cabeza.
En las paredes que no me reconocen ya, pinto otras emociones.
Un día sí, otro no.
Y en ese constante parpadeo, mi ego se diluye.
Y el aire se enrarece y todo es sofocante.
Y mi pluma ya no escribe ni destruye.
¡Qué terrible inspiración!
Ya no juego con mis recuerdos, ni los vuelvo poemas.
¿Será acaso éste el fin del camino?
¿Acabose mi dulce obcecación?

(Escrito el 10/10/16)