Siempre me he
preguntado por qué al dormir, si coloco las manos juntas sobre mi pecho,
termino teniendo pesadillas. Es algo infalible. Muchas noches tuve que pasar
por ello para encontrar el patrón definitivo. Ya he indagado en el dios de las
búsquedas, pero no he encontrado algo en concreto. Tengo mis propias teorías
locas, cada una menos cuerda que la anterior:
1) Es la mayor
coincidencia de experimento – resultado, causa – efecto, que he visto… cien por
ciento de las veces que puse mis manos de esa forma me tocó despertarme a mitad
de la noche.
2) Siguiendo la
línea de opciones más plausibles, podría decir que mi cerebro se sugestiona a
tener pesadillas al quedarme en la posición mencionada. Horrible funcionamiento
de la mente debo decir.
Y aquí empieza
la línea de opciones fantasiosas, aunque no por ello menos posibles:
3) Al cerrar mis
manos de esa forma, atrapo a algún espíritu errante, un ente que ve como única
posibilidad de escape o quizá de disfrute (quizá ambos), el ocasionarme temor,
miedo, desesperación durante mi sueño.
4) Toda la
humanidad comparte una memoria universal (alguna vez leí sobre eso) y en algún
momento de la historia, esa posición empezó a transmitir una energía lúgubre.
Para ser exactos, pienso en la hora de la muerte.
Antes de ser
enterrados nuestros cuerpos son preparados; en este ritual nuestras manos (he
visto muchos casos) son entrelazadas y puestas sobre el pecho, dándole al
difunto un aspecto de descanso, solemnidad y paz. Pero, si es que el alma queda
retenida en el cuerpo por unos segundos antes de liberarse, podría fácilmente
desesperarse, viéndose impedida de moverse. En esto es que lo relaciono a mis
pesadillas. Si existiese una memoria universal yo compartiría dicha experiencia
ultra terrenal que quizá la humanidad entera experimenta antes de morir. Y
también cabría hablar del ejemplo de dormir boca abajo el cual produce sueños
eróticos. De igual forma vendría a ser una especie de memoria universal.
Estas han sido
mis hipótesis. Quizás busque nuevamente para informarme más. Quién sabe, de
repente, mientras escribo esto, existe otra persona en el mundo que ha
encontrado razones más lógicas para este extraño suceso.
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