30 diciembre, 2009

Tienes la ventaja, amigo mío, pero no la suficiente

El día que se conocieron fue el peor que se pudo haber dado en el mes: el cielo estaba nublado, el calor era infernal y en la noche empezó a llover a raudales. Nada podía presagiar que ese día el mejor amigo de Giovanni conocería a la chica que él conquistaba. Sí, la misma con la que su amigo Carlos estudió en el kínder. Estuvieron separados por mucho tiempo, pero ahora la vida los unía.

La chica llamada Emma había conocido a Giovanni en la fiesta de aniversario de su colegio. Giovanni y Carlos eran grandes amigos, se habían conocido desde primaria y siempre se contaban las hazañas de sus aventuras de amor. Emma no estudiaba con ellos, pero sus ojos se entrelazaron con ellos dos.

Carlos tuvo su reencuentro en el tercer piso del edificio en el que vivía. La vio, pero no la reconoció, ella en cambio sí, de inmediato. Lo saludó y le hizo recordar las travesuras que ellos hacían en el kínder. Los dos rieron y parece que el fuego se encendió en los ojos de Carlos, ya la estaba viendo diferente. Él no sospechaba que ella era la misma Emma que su amigo le había comentado semanas atrás.

Un día Carlos invitó a Giovanni a su casa, para después irse a la playa y cuando ya estaban a punto de irse llegó Emma y los reconoció saludándolos a los dos. Los amigos lo comprendieron de inmediato, tendrían que luchar por ella.

En la playa Giovanni se dio cuenta que Carlos le ganaba terreno: su amigo la hacía reír más que él. Tenía que quitárselo de encima. Así que le dijo que fuera a comprar refrescos por el tremendo calor que hacía. Emma le dijo que lo hiciera por favor, que se moría de calor. Él gustoso de inmediato y con una gran sonrisa entre los labios como diciendo: por ti lo que quieras, fue a traer las bebidas. Lo que no sabía era que el plan de Giovanni se había concretado, además el puesto de bebidas se encontraba descompuesto y así lo mandarían hasta más lejos de lo esperado y se demoraría mucho más.

Giovanni sabía que no podía perder un minuto más. Le agarró la mano y con la voz entremezclada con el mar le dijo:

- Quiero que sepas, que yo en estos días me he dado cuenta que eres de lo infinito, la chica más hermosa, que no existe ni existirá alguien que pueda compararse con tu belle...

Giovanni no pudo completar la frase, porque un joven de aproximadamente un metro noventa se les acercó y le preguntó a Giovanni si estaba cuidando bien a su novia. Él no le pudo responder, atónito a la pregunta, pero Emma sí pudo y le dijo que sí lo estaba haciendo, que no se preocupara. Luego se volvió a Giovanni y le dijo que prosiguiera. Él ya le había soltado la mano y le dijo que nadie podía compararse con su belleza y que era... su mejor amiga. El miedo, para él pudo más que el “amor”.

Cuando regresó Carlos los vio muy callados y le preguntó a Giovanni:

- ¿Qué le has hecho?

- Es que la dejé perpleja, tú sabes como soy con las mujeres, todas caen rendidas – mintió Giovanni.

- Sí, claro. Tienes la ventaja, amigo mío, pero no la suficiente – le susurró Carlos a Giovanni.

Y con voz alta Giovanni le contestó a Carlos:

Sí, seguro amigo, seguro...

¿Qué significan tus ojos? (duodécima parte)

... El cuerpo de mi musa yacía en el suelo, inerte, con la imagen del asesino grabada en sus ojos. La boca aún roja, pero sin vida. Los otros tres cuerpos rellenaban la escena. No tuve tiempo de conocerlos, pero me dolió en el alma que hayan sido asesinados por mí. Henrie avanzó hacia mí y me golpeó con el arma...

Me encerró en un cuarto que parecía una mazmorra. Lleno de humedad por todos lados; el recuerdo de mi verdadera familia antes de ser asesinada llegó a mi cabeza:

Mi hermano me explicó que ellos lograron ubicarme y fue la coincidencia, casualidad o destino que mi hermana Luz estudiaba en el mismo colegio que yo hacía un año, pero ninguno de los dos supimos hasta ese viernes en que coordinaron todo para que me rescataran. También me explicaron que ellos habían sido los que me mandaron las dos notas. La primera que lograron dársela a través de una amiga de mi madre a mi supuesta hermana menor. Mi falsa familia finalmente se decidió entregarme para no perder a su legítima hija. Y la segunda nota fue enviada cuando lograron interceptar a Henrie y lo golpearon, pero sin poder detenerlo. Así huyó dejando caer una nota que ellos leyeron y decidieron dármela para ver si lograba entender algo, pero con el miedo de que le dijera a mis padres de ella: es por eso que no escribieron nada personal en ella.

Ya había entendido todo, y les pregunté cuántos hermanos tenía. Los tres me sonrieron y mi hermano mayor me contestó que éramos cinco hijos, pero que faltaba la hija mayor porque había ido a comprar boletos de avión. Teníamos que irnos antes de que nos encontraran. Pero, aún me quedaba una duda: ¿qué relación había en el número de veces para decir la contraseña y por qué el uso de esas intrigantes palabras? Ante esta pregunta me dijo que las veces que se repetía la frase, se debían a los años que teníamos: nuestra hermana mayor tenía que decirla una vez, él tenía que decirla dos veces, y así continuamente hasta nuestra hermana menor; y que la frase la había sacado del título de un poema escrito por un poeta que no pudo decirme, porque en ese momento se escuchó un golpe en la puerta y seguidamente con voz suficientemente alta para escuchar todos la frase:

- ¿Qué... significan tus ojos?

Mis hermanos rieron de emoción, ella ya estaba allí. Mi hermano mayor abrió la puerta y mi hermana cayó al suelo, nos dimos cuenta que Henrie la había drogado y él ya adentro disparó en el pecho a mi hermana mayor, luego a mi hermano, seguidamente a mi hermana menor dejando a Luz y a mí vivos. Nos dijo que recordaba una vida mejor, acto seguido con sangre fría le disparó a Luz.

Así es como llegué aquí, y desde aquí escribo. Henrie me dijo que no malgastara mi tiempo en llorar, que empleara mi tiempo para escribir en doce partes toda lo que me aconteció en estos años, y que sean exactamente doce partes, porque serán doce los órganos que me quitarán cuando llegue el momento... Ya no me queda nada, más que escribir...

29 diciembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (undécima parte)

La primera pregunta que le hice fue:

- ¿Cómo es que yo soy la deuda de mis padres?

- En primer lugar ellos no son tus padres. Para comenzar tengo que contarte la historia desde el principio: antes de que nacieras se creó una organización que se dedicaba y se dedica a comprar niños menores para después quitarles los órganos vitales. Estos niños son comúnmente llamados pólizas de seguro. La policía por años ha intentado capturarlos, pero no ha podido. Ellos a través de un sujeto llamado Henrie identificaron a nuestra familia y les exigieron que tú, recién nacido, fueras vendido para ellos. Nuestros padres se opusieron, así que él les dijo que si no te vendían nosotros seríamos asesinados. Ante esta amenaza nuestros padres... – me explicó hasta que lo interrumpí:

- ¿Me estás diciendo que una mafia nos persigue? – le pregunté desconcertado.

- Lamentablemente sólo a ti – me dijo con ojos de tristeza – Bueno tengo que seguir contándote lo que debiste saber hace años. Lo que hicieron nuestros padres fue decirle a Henrie que te entregarían, pero que esperara un día para despedirse de ti. Y así se acordó el pacto, pero lo que ellos verdaderamente querían hacer era entregarnos a diferentes familias hasta que nos mudáramos a otro país. Cuando llegó el día nosotros no estábamos y la policía lo capturó. Extrañamente una semana después escapó. Nosotros pensamos que lo dejaron huir por el poder que tiene esa mafia.

- Y, ¿cómo es que mis padres falsos decidieron entregarme? – le pregunté con miedo.

- Pasaron varios años para que nuestra familia pudiera reagruparse, exceptuándote a ti, porque la familia que te había “adoptado” había huido del país y les perdimos el rastro. Mis padres te buscaron, pero un día Henrie apareció en la casa y le disparó a nuestro padre dándole la advertencia a mi madre que te dejara de buscar. Eso fue un shock para todos, pero aun así mi madre te siguió buscando hasta que supo que estabas en México y así te fue a ver. Lo trágico y lo que nos duele a todos es que pensamos que Henrie la asesinó cuando estaba caminando por el aeropuerto. Extrañamente nadie vio nada – me siguió explicando.

- Pero, no me has explicado el porqué mis falsos padres tenían que darme de paga para ellos – le dije un poco ensimismado en resolver mi incógnita.

- Bueno en esos años de investigación mis padres se enteraron que la familia a la cual te entregaron habían tenido contacto con esa mafia: ellos habían acordado dar a un hijo que tuvieron y la mafia les pagó por adelantado, pero el niño murió por neumonía y cuando te tuvieron en sus manos la mafia se enteró, por eso es que huyeron. Henrie les reclamó que tú eras la deuda del hijo muerto – me terminó de explicar quitándome la duda.

28 diciembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (décima parte)

La guardé rápidamente en mi bolsillo cuando entró mi padre. No se percató de lo que había guardado diciéndome:

- Hijo, baja para cenar.

- Está bien ahora bajo – le contesté.

El guardar la nota de pronto fue producto del reflejo. No le quería decir nada acerca de ella hasta que estuviera seguro de qué significaba lo que estaba inscrito.

Los días pasaron sin que lograra encontrar el significado. Quería saber además quien me la había lanzado hasta mi cuarto después de ser rescatado. Entonces empecé a sacar conclusiones: esas personas me habían seguido hasta el hotel y la casa. Pero, en ese momento no sabía quiénes eran.

Un sábado mi padre me dijo que ya debía ir al colegio, que ya había encontrado uno apropiado para mí. Desde el lunes estudiaría y llevaría una vida normal, eso creía.

Cuando llegué el primer día, me senté al final de una columna. Escuchaba a los profesores, pero nunca tuve intención de comprender sus clases, ya que, adelante mío se sentaba una chica que podría ser la musa que en toda su vida buscan los poetas. Sí, eso era ella para mí. Aunque no hablé mucho con ella sabía que debía verla, refrescar mis días con la brisa de su pelo, que se ondulaba con el viento, magnánimo, amigos míos.

Quizás esos meses fueron los más felices: por ya no tener que preocuparme de la carta, ni del secuestro. Se me borró todo cuando la vi por primera vez. Al principio creí que llegaría el día que le confesaría todo lo que sentía. Y ese día nunca llegó del todo, porque no fue lo que esperaba. Y ya sabrán a lo que me refiero. Sí, ese viernes que me hizo perder de a pocos la ilusión. Pero, lo que no me hizo desfallecer fue la intriga y el misterio que se envolvía en estos dos años, que a pesar de que fueran tragedias (que explicaré en la siguiente parte) me mantenían vivo.

Por otro lado, Luz me dirigió la palabra muy pocas veces, y esos momentos aún los atesoro, y siempre los tendré dentro de mi corazón, porque es lo que me queda de ella. Solamente sus palabras que resuenan todos los días aquí, en estas cuatro paredes. Es un eco que estalla en mi cabeza. Su cándida forma de hablar es la miel que se almacena en el panal de mi oído. Ya casi no puedo dormir sólo tengo recuerdos de los años que han pasado con mentiras, pero aunque sea existía en esos años lo que he perdido: la vida.

27 diciembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (novena parte)

- Necesitaba hacerlo, porque si no tú no hubieras querido acompañarme. Y ahora que estás aquí te revelaré toda la verdad – me explicó Luz, mi supuesta hermana.

Con esas palabras me desperté. Estaba en la puerta de una casa sentado y en mi mano llevaba un papel arrugado. Cuando lo abrí tenía algo inscrito:

¿Qué significan tus ojos? ¿Qué significan tus ojos? ¿Qué significan tus ojos? ¿Qué significan tus ojos?

En el momento no recordaba de dónde había sacado esa nota, hasta que Luz me lo hizo recordar:

- Es la contraseña que tienes que decir para entrar.

- Y, ¿qué te hace suponer que quiero entrar? – le dije desganado.

- Yo creo que tus ansias de conocer la verdad son suficientes para entrar a nuestra casa – me contestó.

- Muy bien, me has convencido. Quiero saber toda la verdad – le dije.

- Pero, antes debes decir la clave para entrar y dentro te explicaremos todo – me aseguró – Tienes que decirlo en voz alta las veces que está escrita en el papel. Luego yo diré mi contraseña.

- Está bien – le contesté - ¿Qué significan tus ojos?... ¿qué significan tus ojos?... ¿qué significan tus ojos?... ¿qué significan tus ojos?

- No viene sólo – dijo - ¿Qué significan tus ojos?... ¿qué significan tus ojos?... ¿qué significan tus ojos?

Después de la última pregunta abrió la puerta un joven y atrás de él estaba una niña con los ojos llorosos que cuando me vio le preguntó al chico:

- ¿Él es nuestro hermano?

El chico fue hacia mí, me dio un abrazo y le dijo a su hermana:

- Sí lo es. No se puede creer, pero ya está aquí.

Ya adentro me sentí incómodo en cómo me observaban mis, hasta ese momento, supuestos hermanos. Hasta que después de unos minutos allí Luz me dirigió la palabra:

- Bueno ahora que estás aquí mi querido hermano, ¿cuáles son tus dudas? Pregúntanos lo que quieras...

26 diciembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (octava parte)

Al despertar escuché vi a dos policías que tenían una mirada protectora. Cuando se percataron de que me desperté, me preguntaron:

- ¿Te sientes bien? Te golpearon muy duro, pero las heridas ya fueron curadas.

- ¿Dónde estoy? ¿Dónde está el sujeto que me raptó? – les pregunté.

- Estás en una comisaría. Desgraciadamente el hombre escapó, pero descuida ya lo tenemos identificado. Bueno, pero ahora tú nos tienes que dar el número telefónico de tus padres.

Acto seguido se los dicté y ellos empezaron a rellenar unos papeles. Después de dárselos les pregunté con gran curiosidad:

- ¿Cómo lograron rescatarme?

- Bueno no hay nada de malo en que te lo contemos: estábamos patrullando una calle hasta que vimos a un hombre que estaba muy intranquilo llamando en un servicio de teléfono público. Lo fuimos a ver para tranquilizarlo, pero él como respuesta golpeó a mi compañera y huyó. Tuvimos que seguirlo hasta el hotel en donde tú te encontrabas. Lo fuimos a buscar y grande fue nuestra sorpresa cuando subíamos a buscarlo y él salía contigo en brazos. Lo intentamos detener, pero él se abalanzó contra nosotros rápidamente y...

El policía no logró contarme todos los acontecimientos, porque en ese preciso momento llegaron mis padres y me abrazaron.

Ya de camino a mi casa me dijeron que habían estado preocupados por mí y que se alegraban de tenerme de vuelta. Eso me reconfortó bastante. Cuando llegamos fui a mi cuarto y en el momento que entré tiraron una piedra a mi ventana. Al revisarla me di con la sorpresa de que tenía una nota adherida a ella:

“Querido” amigo:

Sé que esta carta te va a parecer contradictoria, pero estoy seguro de que entenderás. Te pido mil disculpas por los acontecimientos de hoy. Nunca más volverán a ocurrir.

PSDTA: Ah, por cierto te hago recordar que a mi jefa le debes mucho. Y que si no pagas dentro de un plazo de 10 meses tendré que hacer lo que no pude hacer. Tú sabes lo que te digo. No sé si te importará, pero quiero que sepas qué pasará si no pagas.

Un abrazo, Henrie

24 diciembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (séptima parte)

Me separé de ella y le grité:

- ¡No! Nada de lo que dices es cierto.

- Lamentablemente es cierto, y ellos no son tus padres, te lo demostraré cuando lleguemos a nuestra casa – me dijo con tristeza.

- ¡Dame una prueba ahora o sino me iré donde mi padre! – le dije furioso.

Al parecer con resignación me llevó lo suficientemente cerca para ver al director y a mi padre buscando a alguien en el recreo.

- Si te das cuenta, te están buscando... ¿para qué crees? – me dijo.

- No es para lo que tú me dices, quizás es por mis notas (calificaciones) – le dije intentando salvar la idea que me quedaba de mi familia.

- Tú sabes que no – me dijo con seguridad.

Nos quedamos mirándolos hasta que terminó el recreo y ellos se fueron, supongo que a mi aula. Cuando ya no había nadie en el patio sacó de su bolsillo un papel doblado y me lo dio:

- No lo leas hasta que estemos seguros y cuando lleguemos a nuestra casa debes decirlo como una clave de seguridad.

- ¿Qué? – le pregunté extrañado – Yo no voy a ir contigo a ningún lado. Ahora voy donde mi padre para que me explique el porqué está...

No pude completar la frase, ya que, me tapó la boca con un pañuelo y me dijo con voz maternal:

- Duerme cariño, que pronto verás a tu verdadera familia...

20 diciembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (sexta parte)

Pude ver que él era un traficante de niños, y yo era otra víctima. Por el terror que sentía empecé a gritar:

- Papaaaaaaá, mamaaaaaaá, estoy al lado, en una habitación, ayudaaaa.

No escuché ningún tipo de respuesta, me sentí impotente, y seguí gritando. Pasaron así dos horas, mi garganta estaba casi desgarrada. Me senté entonces a seguir leyendo ese diario, con menos fuerza y con mis manos aún atadas seguí buscando con dificultad más páginas:

10 de Abril de 2033

Me han dicho que el proyecto que hace ella es muy rentable, pero mi conciencia me reclama por la ilegalidad de este trabajo. Mi corazón es obstinado y no quiere dejarla aun así termine drogando a mi cerebro.

De sus páginas me di cuenta que sólo escribía dos o tres renglones para describir sus días:

22 de Febrero de 2036

Me ha gritado por no obedecer una de sus órdenes. Pero, finalmente lo tuve que hacer, para poder demostrar que al final soy un tonto por ella.

Me salteé más páginas y vi una que estaba marcada con un corazón roto:

27 de Enero de 2037

El amor se supone que se ha acabado, ya no me quiere, así me lo ha dicho. Le he recriminado que a pesar de todo lo que he hecho por ella, me lastima así.

Me di cuenta que él estaba sufriendo, pero no podía seguir enterándome de lo que sentía porque sus palabras eran muy cortas. Busqué hasta el final y leí:

3 de Junio de 2037

Ya me he decidido, hace mucho cometí un error, y ahora voy a remediarlo, no me ha pedido que lo lleve, pero lo haré. Sus padres...

De pronto el hombre abrió la puerta con brusquedad, me golpeó y dejó inconsciente...

04 diciembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (quinta parte)

Era demasiado raro que nadie en el colegio se hubiera percatado que un hombre había estado a punto de asesinarme. Y así como ese pensamiento, muchos más llegaron, y no podía darle alguna respuesta lógica a ninguno de ellos.

Fui corriendo hasta el comedor y me di con la sorpresa que mi padre estaba allí. Estaba conversando con el director, pero no logré escuchar nada. Estaba a punto de entrar cuando recordé las palabras de la chica que supuestamente era mi hermana. Me decidí hacerle caso a ella y me quedé cerca de una ventana para verlos.

Llegó el fin del recreo y ellos recién salieron, fui atrás del comedor, y la encontré.

- Ése... sí que corre, me fue difícil... esquivarlo.

No podía ocultar la sensación de espanto e intriga en mi rostro:

- Por favor dime por qué es que ese hombre me quiere matar.

- No te quiere matar, sólo quería dejarte inconsciente y llevarte – me respondió.

Me quedé aún más intrigado:

- ¿Por qué? Recuerdo que él fue el mismo que intentó raptarme hace un año.

Me miró con cara de tristeza y ternura, me parecía que quería abrazarme, pero no lo hizo:

- Es que tus supuestos padres tenían una deuda, y él quiso cobrárselas.

- Y, ¿de cuánto dinero estamos hablando como para raptarme? – le pregunté aún más intrigado.

- Es que no es dinero lo que deben – me dijo casi gritando y exasperada.

- Entonces ¿qué es? – necesitaba una respuesta.

Cuando se lo pregunté me abrazó y con suavidad me dijo al oído:

- La deuda... eres tú...

03 diciembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (cuarta parte)

Cuando desperté me levanté con las manos atadas y logré ver una lámpara que tenía una nota pegada: “Si no te interesa ¿por qué después de tanto tiempo fuiste a por el chico? Además aunque me lo dieras no creo que lo necesite, ya tengo a otros” El frío de espanto cubrió mi cuerpo. No sabía quién había escrito esa nota, pero de lo que estaba seguro era que yo era el chico. Intenté desamarrarme pero era imposible, no creí que escaparía, tan lejos de salir, peor tan cerca de la habitación de mis padres. Entonces pensé: “y, ¿por qué no grito?” Lo pensé mucho, pero finalmente no lo hice porque pensé que quizá el hombre me mataría si lo hacía.

Cuando resolví no gritar el hombre entró, sentándose en la cama para ver televisión. Me quedé helado y estupefacto, no quería que me viera, pero a la vez me parecía tan raro que no me mirara. Creo que fueron dos horas las que pasaron para que dejara de ver televisión y se echara a dormir. Me sentía impotente, pero al verlo dormir me intenté levantar y lo conseguí, cuando estaba a punto de abrir la puerta volteó a mirar qué era lo que hacía y me apuntó con un cuchillo:

- Si lo intentas, ya sabes muy bien lo que pasará, te lo advierto.

Me senté nuevamente, tenía muchas ganas de golpearlo y escapar, pero a la vez el miedo que mi alma guardaba era suficiente para ordenarle a mi cuerpo que no reaccionara. Me quedé dormido con esa rabia y cuando desperté él ya no estaba. Intenté abrir la puerta, pero no pude, estaba con seguro. Empecé a observar todo lo que había alrededor, vi que en la lámpara ya no estaba la nota y que el teléfono de la habitación había sido arrancado. Seguí indagando, revisando qué indicios podría darme este sujeto para saber quién era, hasta que encontré un cuaderno suyo, parecía ser su biografía:

13 de Noviembre de 2008

Con apenas 8 años de edad me he enamorado por primera vez, se llama Celeste, es muy hermosa y dice que me quiere...

Seguí buscando para ver si encontraba algo relevante:

21 de Enero de 2019

Siento que debí enamorarme de otra persona, buscar en otros rumbos, pero no lo hice y ahora lamento que tenga que hacer lo que hago...

Y ahí terminaba lo que había escrito ese día. Ojeé más páginas y al azar encontré ésta:

29 de Junio de 2024

Por ella y sólo por ella hago esto, hoy he negociado con siete familias para que me den a sus hijos. Pero, una se ha negado...

30 noviembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (tercera parte)

Me quedé atónito, no quería saber más, pero lo que sí quería era quedarme allí, ver tan cerca su contagiosa sonrisa y sus deliciosos labios... No pude soportar más y me acerqué tanto, que ella me abofeteó.

- Acaso, ¡no has entendido, somos hermanos!

La miraba y veía la firmeza de sus palabras en sus ojos, así que tuve que decirle:

- Casi te creo, pero no puede ser posible, es algo que no entiendo. Hace un año que alguien me dijo lo mismo...

Me parecía tan absurdo pensar que tuviera dos hermanos, de los cuales sólo había tenido noticias en estos dos años. Ella bajó la cabeza y empezó a llorar:

- Pensé que nuestra madre Alejandra podría llegar a verte, pero... no pudo...

Empezó a derrumbarse: le di mi hombro y ella se recostó, sentía que era al final de cuentas, lo mejor que me había pasado, pero no se me ocurría qué decir...

- Quizás sientes soledad y yo sé que eso es natural por la pérdida de como me has dicho tu madre Alejandra, en verdad lo siento y me gustaría ayudarte...

- Sí me puedes ayudar, ven conmigo y conocerás a tus demás hermanos, así podremos tener...

Antes de terminar la frase un hombre apareció y me agarró por el cuello y sentía que el aire se me acababa. Luchaba por intentar salir de aquella descomunal fuerza, pero no podía. Entonces ella agarró un poco de tierra y se la lanzó en los ojos al sujeto. Me agarró antes de caerme al suelo y me gritó:

- ¡Corre! Luego sabré ubicarte... Ten cuidado de tus padres...

Antes de correr reconocí al hombre que intentó ahorcarme, era el mismo que hacía un año me atacó...

27 noviembre, 2009

¿Qué significan tus ojos? (segunda parte)

Mi padre había comprado una casa en Nassau, Bahamas, ya que la nuestra se había deteriorado con el tiempo, y él como gran empresario buscaba la mejor impresión que podía mostrar, por ejemplo, dos días antes de que nos mudáramos mandó a arreglar la casa con muchísimo dinero para que sus “solidarios” contribuyentes y principales accionistas sepan que para ellos él siempre les tendría un merecida bienvenida.

Ya con todo listo llegamos al aeropuerto, antes de entrar sentí que una brisa rozó mi rostro, pero no era un viento cualquiera, éste se quedó dándole vueltas a mi cabeza y después pasaba de mi cabello hasta mi mentón.
Caminaba con esta suave “caricia” y tanto me deleitó que me quedé relajado hasta que logré despertar. Al ser consciente de lo que pasaba noté que el avión ya estaba aterrizando, y que no sé cómo el tiempo pasó tan rápido sin darme cuenta y lo que más me aterró es que no me acordaba nada desde esa caricia.

Bajamos del avión y una intensa lluvia nos sobrevino. Mis padres tuvieron que usar los paraguas, para después correr a buscar un coche que ya había sido con anticipación alquilado. Tuve que cargar a mi hermana que ensimismada yacía en sus pensamientos, tenía seis años y lo que recuerdo es que la llevé en brazos hasta el auto, y al llegar estábamos empapados: mis padres habían corrido con el paraguas sin nosotros.

Después nos fuimos a un hotel para pasar la noche y a la mañana siguiente nos darían la llave de nuestra nueva casa. Acosté a mi hermana y la contemplé por un rato antes de darme cuenta que en su mano tenía una nota. Se la quité suavemente y en ella leí:

- Sólo es para ti, y sé que lo vas a leer ya que tú eres el único que se preocupa por nuestra hermana. Quiero que sepas que te cuidamos, de lejos, pero lo hacemos y aunque Alejandra no pueda aún traerte sé que pronto estaremos todos juntos otra vez.

Lo leí y lo releí, y las letras en ese papel me resultaban tan absurdas; salí a tomar aire al pasadizo del piso, empecé a caminar hasta que pasando por un cuarto abrieron la puerta y me golpearon...

25 noviembre, 2009

¿Qué significan tus ojos?

Y el tiempo transcurría, ella con su mirada fija, la que usaba para pensar, meditar en aquellos recuerdos que su mente le traía. Y yo conversando con mis amigos, riendo, pero con mi subconsciente siempre aguardando, esperando que esos ojos se entrelacen con los míos, que me dedique un silencio cálido, una motivación para tener un día alentador.
Así muchas semanas pasaron, buscando su mirada hasta poder encontrarla y así me sentía feliz. Y mi cuerpo se paralizaba, esto me gustaba, que ella con sólo dirigir sus pupilas hacia las mías pudiera renovar mi día.
Aunque sabía que esos ojos no eran para mí, aunque sabía que esos rojizos y provocativos labios nunca rozarían a los de este tonto soñador sincero, aunque sabía que no todos los días se sentaría con sus amigos en aquel camino, el cual estaba justamente cerca de donde yo la miraba, yo aun así la quería.

Sólo metros de distancia, pero yo veía kilómetros para acercarme a ella, un recorrido con un abismo que sólo con mi fuerza y voluntad podía superar...
Nunca, quizá le hubiera hablado hasta ese Viernes, ése que marcó mi vida...

Estaba sólo, mis amigos se habían quedado en el salón, así que como siempre busqué su mirada, pero esta vez no la encontré. Giré en todo sentido, vi el camino, el comedor, el campo de fútbol, el huerto y nada.
No había salido al recreo, no estaba y cuando ya me sentía resignado a dejar de buscarla, una mano suave, cálida y fría a la vez, tocó mi hombro, presionándolo con delicadeza. Era ella, me quedé pálido, es por esto que me dijo:

- No sólo tu me buscabas, yo también lo hacía, porque tenemos una conexión especial, un lazo único, somos hermanos...

16 noviembre, 2009

Al recuerdo vivo (Cuarta parte)

Mi hija empezó el tratamiento de su cáncer, y yo por mi parte pensaba cada día en cómo hacerle la vida mucho más simple y feliz: en primer lugar, como ya podía caminar (para eso ya habían pasado algunos meses), fui a ver la empresa agrícola, la cual había tenido descuidada pero que seguía en pleno funcionamiento, entonces empecé a recordar que a ninguno de mis hijos le ilusionaba algún día tener esas acciones o involucrarse en esa empresa, así que me decidí venderlas todas, lo cual me proporcionó una fuerte cantidad de dinero; en segundo lugar busqué a la enfermera, indagando con los doctores del hospital quienes me dieron un dato que me impactó: “Ella nunca le ha gustado trabajar en el hospital, y menos ser enfermera, pero eso fue lo que estudió antes de que sus familiares cayeran uno a uno en ese terrible cáncer”. Me dolió mucho que su vida haya estado marcada de esa forma, por eso fui hasta la casa en la cual ellos me indicaron que vivía, y al llegar toqué su timbre.

Esperé por una hora allí y no apareció, hasta que la vi regresar con compras de mercado, ella me vio y se acordó de quién era, me invitó a pasar y yo con molestia acepté. Lo que tenía planeado hacer iba a ser rápido, pero yo y ella charlamos un tiempo largo sobre nuestras vidas, y el reloj ya marcaba las siete de la noche cuando me acordé el verdadero porqué de mi visita: “Disculpa, pero como me dijiste, ¿vas a mudarte?” Ella me respondió con una ligera sonrisa: “Sí” Ante eso le repliqué: “Pero, ¿no crees que necesitarías dinero para comenzar una nueva vida?, pues sé que no quisieras estar más trabajando en un hospital, es por eso que te quiero dar este dinero, y no quiero que lo rechaces, es suficiente para comenzar una carrera o si quieres para mantenerte unos meses sin tener que trabajar hasta que encuentres un novio rico” Ella me vio directamente a los ojos, rió y me dio un cariñoso beso en la mejilla. Había aceptado y me sentía alegre. Al día siguiente ya se había mudado, pero me dejó una carta con todo tipo de expresiones de gratitud, la cuales me gustaron mucho.

Ese mismo día cuando regresé al hospital a desvelarme por mi hija vi entrar a su habitación al chico: lo seguí y lo detuve antes de entrar: “¿Quién eres, dímelo?” Él me respondió con otra pregunta: “¿En verdad quieres saberlo, así me pierdas y no me veas más?” Lloré y mis ojos se nublaron contestándole: “Sí” Acto seguido me dio un beso en la frente y me dijo tiernamente: “Soy tu hijo, papá, ¿ahora me recuerdas?, te quiero mucho y me alegra que hayas cambiado, mi madre también te quiere, pero ahora me tengo que ir. Te amo mucho” Me abrazó y luego entró lentamente a la habitación de mi hija. Cuando por fin pude reaccionar del shock entré, y él estaba sentado en otra silla maltrecha y acariciando a mi hija, su hermana. Lo único que hice fue mirarlo y él también, hasta que se levantó y salió de la habitación. Esa fue la última vez que lo vi.

Recordé segundos después, que mi hijo había viajado a Bélgica y mi hija a Francia al huir de mí y que él había muerto hacía ya cinco años, pero que yo no fui a su entierro al estar inmerso en el alcohol. Al dolerme tanto pensé en tomarme la botellita de alcohol puro que había encima de una mesa, pero mi hija se despertó y me sujetó la mano diciéndome dulcemente: “No lo necesitas, ya no”.

Me quedan pocos meses de vida, así me lo ha dicho el doctor Quiñones, pero quería dejar el testimonio de mi vida para que si otro sienta que su vicio lo destruye, piense en los demás y se preocupe en ayudarle a salir de sus problemas, que eso da mucha más satisfacción que el mismo vicio. Ah, se me olvidaba, mi hija se recuperó del cáncer, y ahora con ella comparto recuerdos gratos de la familia.

15 noviembre, 2009

Al recuerdo vivo (Tercera parte)

Siguió con la plática, preguntándome qué sentía al verlo. Le dije que me sentía contento, alegre y a la vez una gran nostalgia inundaba mi cuerpo. Cuando terminé de dar mi respuesta me abrazó con gran fuerza, y los dos lloramos: mi sueño se había hecho realidad. Después de este suceso tan emotivo y extraño le pregunté: “¿Quién eres?” Me contestó: “Si te lo digo nunca más me volverás a ver” Le contesté que no sabía qué decidir: por un lado estaba el secreto que quería saber desde hacía ya mucho, y por otro si mi lo decía nunca más lo vería. Pensé por un lapso de 10 minutos, mientras él observaba fotos que mi hija me había mandado de su estancia en Francia, Grecia e Italia, país donde se quedó a vivir hasta que regresó para verme y cuidarme durante mi estadía en el hospital. Al final me decidí y le dije que quería saberlo, que no podía aguantar más la interrogante. Ante esto me advirtió:
“ Bueno, como ya te lo he dicho nunca más me verás, pero antes de decirte quién soy tengo que dejarte en claro que vine para decirte que debes cambiar en lo que te queda de vida: ayudar al prójimo, saber comunicarte con tu hija, que es la única persona que te queda en este mundo, además como dato que no debes olvidar antes de que me vaya, es que tienes que decirle que se realiza exámenes como a ti te lo hicieron, ella se merece saber lo que es la vida...”

¡Pum! Hubo un sonido seco en la habitación, me había caído de la impresión, al escuchar sus palabras; sentía que mi cuerpo se helaba, al volver mi vida atrás y lo recuerdos se me iban aclarando hasta acordarme de la vez que conocí Giuliana, una hermosa chica, a la que pedí ser mi esposa, tan pronto mi padre me dejara la mayoría de acciones de la empresa agrícola, en la cual mi familia por generaciones había trabajado. Después vi con suma claridad a mi esposa con su primer embrazo, una lindísima niña que se llamaría Ana; luego llegó a mi mente la imagen de su segundo embarazo... y ¡pum!... otro sonido seco en la habitación producto esta vez por el golpe que di con mi mano en el piso. Recordé cuando mi esposa murió al ser atropellada y sólo se salvó al niño a petición de ella. Lloré a rabiar, pero el final de mis recuerdos me cayó peor que el más grande dolor de hígado: recordé que mis dos hijos se mudaron a otros países cuando empecé a tomar y los maltrataba...

Ya no aguanté más y me desmayé, cuando recobré el sentido mi hija estaba acariciándome: me sentía un pobre y desdichado que no vio en la vida algo más que el alcohol. Cuando me di cuenta de la cruda realidad me acordé de las palabras del chico: “...además como dato que no debes olvidar antes que me vaya, es que tienes que decirle que se realiza exámenes como a ti te lo hicieron, ella se merece saber lo que es la vida...” Así que le insistí una y otra vez a mi hija que se hiciera exámenes a pesar de sus negativas. Finalmente logré que se los hiciera y el diagnóstico reveló que tenía cáncer de laringe, pero que éste se podía tratar. Mi hija lloró al lado mío, pero yo ya no tenía lágrimas...

14 noviembre, 2009

Al recuerdo vivo (Segunda parte)

Ése chico había sido el causante de mi desgracia: apenas podía mover mis dedos. Quería comprender qué afán tuve en querer encontrarlo, no entendía cómo pude correr sin fijarme en el taxi que me atropelló. Lloraba a raudales de rabia, la impotencia de no haber podido seguirlo y que ahora de repente nunca más lo vería.

Semanas pasaron entre sueños, por ejemplo que el chico llegaba, me abrazaba, me sentía feliz por un momento y luego los dos llorábamos; y pesadillas: el mismo chico entraba a la habitación del hospital, me veía de lejos, mientras yo no podía hacer nada.
Intenté recobrarme emocional y físicamente del trauma causado entre tantas horas de terapia, pero cada vez que quería recuperarme de los sentimientos confusos en mi cabeza, tenía una pesadilla.
La misma de siempre, yo sin poder mover ninguna parte de mi cuerpo y él observándome con una mirada de tristeza y enternecedora. Hasta que un día me asombró ver que lloraba, ya no sabía si era un sueño o es que en verdad me visitaba, pero aun así yo no podía llamar a nadie porque mis labios seguían sin poder responderme.

Entre esos días me acordé también de la enfermera que me había visto y huido del cuarto cuando abrí los ojos. Empecé preguntando al doctor, luego a mi hija y finalmente a la enfermera nueva que me habían asignado; ninguno de ellos me lo quiso revelar. Día tras día el doctor me saludaba con su singular: “Buenos, buenos y buenísimos días” intentando arrancarme una sonrisa, la cual nunca me logró sacar. Y una mañana después de una charla con el doctor Quiñones, el que atendía mi caso, entró el chico a la habitación. Para ese entonces pude decirle de forma entendible: “¿Quién eres?” Ante esta pregunta me miró y sus lágrimas se le desprendieron inconteniblemente. Fue lo único que recordé de ese episodio, luego un fuerte dolor que nunca había sentido, a pesar de las reiteradas dolencias que tuve por meses en mi hígado, hizo que me desvaneciera.

Tuvieron que revelarme, después de este desmayo, la cirrosis hepática que mi cuerpo guardaba hacía años, pero que se había complicado. Además no me daban muchos meses por vivir. Así lograron también decirme que la enfermera que me había visto semanas atrás se había traumado al saber que yo tenía la misma enfermedad que mató a cinco de los integrantes de su familia: su abuelo, padre, tío, tía y hermano.

Ya sabía que iba a morir y los dolores empezaron a hacerse intensos, pero no quería irme a la tumba sin saber quién era ese chico. Tenía que reconocer qué sentimiento era el que me había hecho enternecer: no sabía definirlo.

Dos meses pasaron y vi que las supuestas pesadillas desaparecieron, y cuando una mañana me sentía solo al pensar que nunca vería a ese chico, apareció y me dijo: “Vine para ayudar a que tu hija sepa el verdadero valor de la vida y que tú sepas apreciar lo que te queda de existencia”...

12 noviembre, 2009

Al recuerdo vivo

“¿No me recuerdas acaso?” Con esa pregunta se me presentó un muchacho con cabello de ocaso veraniego. No sabía quién era esta persona, no llegaba a mis recuerdos ni una pizca de memoria.
“¿Ya te olvidaste de mí tan pronto?” Rebuscaba profundamente dentro de todas mis vivencias almacenadas en mi larga y sufrida vida.
Poco a poco sentí molestias de estar soportando a ese chico que según mi profunda búsqueda no había visto nunca. Así que le dije: “Vete, que no sé quién eres” Ante esto le brotó media lágrima hasta el mentón y me dijo: “Yo pensé que nunca te olvidarías de mí, que en tu mente siempre tendrías la imagen del ser que supuestamente siempre habías querido desde el gestar de esa maravillosa mujer que entregó su propio cuerpo para darme aliento.”

No entendía qué me había querido decir, sus palabras me parecieron tan confusas, sentía que era tan familiar, pero no sabía por qué. Después de esas palabras se fue corriendo por la esquina que une las avenidas Balta y Garcilaso de la Vega, cerca al Paseo de las Musas. Me dolía y no encontraba la razón de ser de ese sufrimiento, no sabía la causa por la cual de mis ojos brotaban ya, la explosión del dolor.

Corrí tras él sin ninguna explicación, no podía detenerme, tenía que alcanzarlo, como fuera posible, a pesar de que mi físico había decaído ya desde que empecé a beber en exceso, por los problemas que me aquejaban, de salud y emocionales.

Cuando volteé por la esquina no lo pude encontrar, lo busqué con la mirada paciente y enérgica de saber que no podía desparecer sin dejar ningún rastro. Pero, no pude esperar más tiempo y corrí como nunca lo hubiera creído posible hasta que escuché una voz alarmada y lejana que me gritó advirtiéndome: “¡Cuidado!”...

Desperté y lo primero que vi fue la tenue luz que se extendía en toda la habitación. Me dolía mucho la cabeza, pero la giré y al hacerlo vi a mi hija sentada en una silla maltrecha. Comencé a explorar con mis sentidos en dónde me encontraba hasta que lo deduje al verme los vendajes. La enfermera tan pronto entró y me vio empezó a llorar saliendo despavorida de la habitación, no entendía lo que había sucedido, y tal fue el alboroto, que despertó a mi hija. Ella volteó a verme y me sonrió: “Gracias a Dios que estás vivo, has estado dos días en esa cama” Sólo pude balbucear algunas palabras como: “¿Qué me pasó?, ¿Cómo llegaste hasta aquí?" Pero, mi hija no logró entenderme. En mi boca no hallaba la suficiente fuerza para hablar correctamente y las lágrimas empezaron a brotar...

29 septiembre, 2009

Logro fundamental

Su brazo continuaba agrandándose y pronto la sala fue siendo contaminada por el virus. El bioquímico no sabía qué hacer y para sobrevivir lo único que hizo fue colocarse la mascarilla.

Los aprendices platicaban alegremente en la sala de pruebas, hasta que uno de ellos percibió el olor extraño, nauseabundo, la muerte que se avecinaba.
Todos fueron al laboratorio y vieron aterrorizados la horrible escena: el brazo ya no se lograba distinguir entre toda esa masa repugnante llena de sangre. Pero el bioquímico estaba vivo recostado en una esquina, teniendo un ataque de angustia. Ellos querían sacarlo, pero tal ya era el tamaño del brazo que éste no les permitía acercarse, sólo pudieron ver cómo se retorcía entre todas esas entrañas.

Al darse cuenta de la gran magnitud, fueron a otro laboratorio de donde sustrajeron un lanzallamas, reliquia del bioquímico. Al llegar a la sala se dieron con la sorpresa que el brazo ya no estaba allí. No había rastro del brazo, ni de la sangre, lo único que había quedado era el profesor. Lo intentaron reanimar hasta que de su boca empezó a brotar sangre, y un líquido amarillo que tenía un olor repugnante. Era tan fuerte que no pudieron estar cerca, así es que se fueron a buscar sus mascarillas, cuando regresaron vieron la cabeza del profesor inflarse como un globo, hasta un punto que ellos creían que por la elasticidad de la piel, esta iba a reventar, pero no fue así. Siguió creciendo hasta ocupar la sala nuevamente y se quedó allí inmóvil sin aumentar de tamaño.

No podían llamar a nadie, el progreso que habían logrado era fundamental para todos ellos, sabían cómo asesinar a cualquier persona que se interpusiera en sus planes de la forma más abominable y sangrienta posible, la muerte del profesor no habría sido en vano. Sus alumnos reían y sabían que ya podían seguir con el plan: asesinar a los que los habían convertido en aquello que más odiaban, en humanos.

19 septiembre, 2009

Sin título y sin final definido

Amor…. ¿Que es el amor? Será un estado o un sentimiento es lo que muchos dicen pero nadie realmente tiene la respuesta. Desde hace poco creía que ya conocía el amor, ahora dudo mucho que sea de esa manera debido a como el destino me ha tratado, no me quejo, ya que también he tenido momentos de extrema felicidad, asimismo de tristeza…
Un comienzo de esta historia podría ser mi primer amor, falso y soñador, estaba en el jardín de niños, hace 10 años ya, recuerdo que era una niña blanca y de pelo lacio, su nombre era Sara y era un poco más alta que yo, no recuerdo muy bien porque me gustaba, solo recuerdo que estaba muy ilusionado con ella, tanto que le decía a todos sobre ella, menos a ella claro está. Creo que se llegó a enterar por medio de uno de mis amigos, estábamos pequeños así que no teníamos malas intenciones, aun así creo que lo golpeé por chismoso, pero dentro de unas horas ya éramos amigos de nuevo. Ya sabiendo de otra boca que me gustaba, decidí hablarle sobre mis sentimientos a Sara, bueno no fue la mejor de las respuestas, había sufrido mi primera decepción a los 5 años, muy joven eh? Pues bien, para el amor no hay edad, después de esto, terminando esta preparación y a muy corta edad, me dieron a tomar una difícil decisión, fue entonces cuando mi mamá me dijo: “Bien Alex, ya eres un niño grande y decidirás en qué colegio quieres estudiar.”. En ese momento me sentía imponente, con la fuerza de hacer cualquier cosa ya que tomaría una decisión por mi cuenta… Pero esta decisión, fue la que me llevo a decidir por una escuela que, además de formar mi mente y carácter, representaría sobrellevar una serie de emociones con las que todavía ni sabía deletrear….
(No usaré nombres reales para mantener privacidad)

Escrito por Player

15 septiembre, 2009

Quizá (séptima parte)

Esto quizá sea lo último que escriba o, quizá les escriba en sueños, no lo sé...
Veía las nubes en un cielo que siempre lo noté como el mismo, nunca entendí a esos sentimentalistas que decían que el firmamento era distinto a cada hora.
Les pregunto: ¿Alguna vez le han prestado atención al sonido del motor de los aviones, cuando despegan, cuando aterrizan? Yo sí, y siempre me gustó ese melodioso ritmo.
Siempre cuando viajaba me gustaba tomar una foto a lo primero que veía, muchas veces había fotografiado a la aeromoza, pero esta vez me demoré unos segundos en tomar la foto y lo que capté fue a un policía que me impresionó, sabía que él también estaba atado a la sociedad, así que decidí hacerme amigo de él, y ayudarlo, liberarlo.
Necesité tres semanas y mucho dinero para que me ayudara en mi plan, éste era simple: Un lunes, entraría a la casa de una joven pareja con un permiso especial para registrar la casa, yo lo acompañaría como compañero de trabajo, además de portar una máscara antigas, para que no me pudieran ver el rostro. Pero, para eso debíamos saber a qué hora los dos estarían en casa. Finalmente después de dos semanas más, supimos que los lunes se encontraban en su dulce hogar a las nueve de la noche.
El día ansiado llegó y César al llegar, me preguntó si no íbamos a correr muchos riesgos, fue en ese preciso instante que vi en sus ojos miedo, un maldito sentimiento que arrojaba su ser, yo no lo podía tolerar, él aún no estaba dispuesto a ser libre.
Le dije que sólo sería una broma, él asintió con la cabeza y tocó la puerta, una chica con curvas delineadas nos pregunto qué se nos ofrecía. Y allí fue que se me presentó uno de los últimos rezagos de sentimiento, las lágrimas empezaron a brotar, pero me pude contener viendo a César sacar el permiso. Entramos, fingí que revisaba la casa y me fui a su habitación, la pareja me siguió con César, el plan estaba resultando, pero con una modificación a último minuto...
Les dije a la pareja que pusieran sus manos sobre el tubo de metal que estaba a lado de su cama, ellos obedecieron sin objetar, pero con miedo, se habían vuelto sirvientes de la moral, me daban lástima. De una bolsa que llevaba saqué dos esposas y se las coloqué dejándolos sin poder librarse del tubo. Al momento mi “colega” me recriminó: “Ya bueno, fue un buen susto, vámo...” No le dejé terminar la frase, dos balas fueron suficientes. Sabía que no necesitaba explicarle por qué lo había hecho, así que las balas fueron para matar al instante. Después volví con la pareja y les ordené con tono formal: “Preséntense, digan sus nombres” Con temor me contestaron: “Juan Torres Jiménez” “...y Erika Villalobos Bazán”
Me saqué la máscara antigás, le di tres balazos en la cabeza a Juan, luego me dirigí a Erika, la estreché entre mis brazos, ella se retorcía, la besé y me mordió, y con gesto de sonrisa, pero sin sentimiento alguno en ese momento, le dije: Ya no te amo. Y le disparé. Sólo una bala necesitó ese cuerpo para dejar de segregar existencia.
Y bueno, eso fue lo que hice desde que conocí a la chica que quise, amé, lloré, odié, y maté... Quizá alguien me guarde en su memoria o quizá no.
Esto es lo último, ya llamé a la policía, vendrán pronto, además de los periodistas, un triple asesinato no es nada despreciable en un titular, bueno tengo que aclararles que el “destino” es mi otro yo, es por eso que siempre puse comillas, ese otro yo que siempre quiso ser libre, que escribió esto, que mantiene en estos momentos un arma en su cabeza, que jalará el gatillo y que aun así, quizá se mantenga vivo en estas palabras, quizá.

14 septiembre, 2009

Quizá (sexta parte)

Creo que mi vocación siempre fue la de ser un doctor, salvar vidas, quedarme en desvelo por la seguridad de mis pacientes, pero cómo es el “destino” que te guía siempre en otra dirección, no le importa lo que hayas planeado, para él no vale nada si toda tu pasión esté en un objetivo, no le interesa. En mi caso, el “destino” siempre eligió, como debía ser, porque yo no tenía voluntad, así que me dejé arrastrar, sí claro yo tenía alguno que otro sueño, como el de ser médico, dicho antes, pero si el “destino” quería que en vez de salvar vidas, las desapareciera de este mundo, quién soy yo para contradecirlo...
Tenía que, en vez de deshacerme del cuerpo, buscar los objetos más valiosos para obtener más dinero, porque ya tenía un plan en mi mente. Pero, creo que contarlo sería arruinarles la expectativa a mis queridos lectores, y aunque quizá sea un mal narrador, sé que algún día alguien me podrá comprender, por qué hice todo lo que hice, y que aún no termino de contar...
A la medianoche ya estaba afuera de mi casa, veía cómo los vagabundos recorrían con sus botellas todo el parque, el cual no recuerdo su nombre, quizá por lo ebrio que estaba. Sí, no tenía ya casi sentimientos, pero imagínense ustedes asesinar a su progenitor ¿no les afectaría un poco?, bueno a mí casi nada, aunque no me lo crean. La explicación de estar ebrio era simple, no por esa “pérdida lamentable”, sino solamente porque tenía mucha sed.
No me importa en verdad, que es lo que piensen de mí, porque esto no lo escribo para que un letrado, un psiquiatra o un simple obrero lo critiquen, sino para que admiren hasta dónde puede llegar la mentalidad humana sin esas restricciones morales, sin esas reglas malditas de la sociedad, pudiendo ya ser verdaderamente libre, así me sentía. Sí, ¡esa es la razón por la que escribo! Ahora ya me pueden comprender, o quizá aún estén más desconcertados que antes, el único motivo de escribir esto, fue siempre la de expresar aquella libertad digna y oprimida en mi propio ser que solamente pudo ser liberada al rasgar, si cabe el término, las leyes que rigieron mi vida.
Nunca hubo intención de que me tuvieran lástima por el supuesto sufrimiento que tenía, es que aún me quedaban rezagos de sentimientos, rencor, sufrimiento, dolor, pero ahora tengo la convicción de que no siento nada, estoy vacío.
Mi padre sí que fue sabio al sacarme visas diversas y mi pasaporte, eso sí que se lo agradeceré hasta en la muerte, cuando me reencuentre con él. Porque yo no creo que seamos sólo basura que se transforme, una materia más, no, nosotros somos especiales.
Escribiré más, no se preocupen, que aún no termino; necesitaba esta vez desahogarme sinceramente, decirles que desde niño tuve la sensación de cambiar al mundo, pero no pude, quizá sólo cambie la mentalidad de mis lectores, de algunos, los que sean más aptos, los que verdaderamente me comprendan, los que estén dispuestos a destrozar esa armadura que los aprisiona, como mi “destino” me lo dijo, logren sacudirse de la sociedad.
Y es que mi “destino” ya no es prisionero de nada, mi “destino” ya es libre...

28 agosto, 2009

Quizá (quinta parte)

Me siento mejor, aunque permanezco callado ante las injustas acusaciones de las cuales soy víctima. Todos los periódicos me indicaban como si yo fuera una de las peores personas que pudieran existir... Yo me reía de ello, bueno aún me río de eso...
Bajé y vi a los trabajadores que intentaban salir hacia la calle, pero no podían por lo excesivamente drogado que estaban. Me vi obligado, aunque ya no por la rabia, sino por la mezcla de miedo y culpabilidad que embargaba todo mi cuerpo. A pesar de que mi conciencia se llenaba de preguntas que no tenían relación: ¿Veré nuevamente a Erika? ¿Qué haré con el dinero excedente?
De repente con estas preguntas en mi cabeza levanté el arma y disparé a los dos trabajadores... Nuevamente mis emociones desaparecieron...
Lo que recuerdo después de eso es que fui corriendo con el maletín a mi casa, ya casi exhausto logré llegar y desde lejos vi a mi padre en la puerta, así que me detuve y logré reaccionar. No podía regresar con el maletín, por eso lo escondí entre arbustos. Cuando regresé abracé a mi padre con gran hipocresía, una sonrisa con rasgos de tristeza invadían mis labios, pero sólo era actuación.
Le conté a mi padre que unos encapuchados me habían golpeado al salir de la discoteca y que después sólo escuché que me decían que si él no pagaba me matarían. Para finalmente como una prueba, le enseñé mi ropa rasgada, por supuesto que yo había roto antes de entrar a mi casa, diciéndole que cuando dio el rescate, me golpearon de nuevo y me lanzaron de un auto en marcha hacia un arenal.
Mi padre lloró conmigo y me dijo que llamaría a la policía, pero yo no podía perder tiempo así que salí para recoger el dinero. Lo llevé a mi habitación cuando mi padre estaba bañándose. Me dijo que por qué había salido y le dije que porque necesitaba tomar aire fresco. Estaba por irme a mi habitación cuando sonó el teléfono, contesté y me dio las buenas noches una voz grave que no reconocía hasta que me dijo: "Dígale al señor Jorge Villanueva que su amigo Juan quiere hablar con él" Así que supuse que él tampoco había reconocido mi voz, por no saludarme. Llamé a mi padre y le dije que era Juan, él me dijo que ya saldría. Cogí el teléfono y respondí que mi padre pronto lo atendería. Subí a mi dormitorio, y con gran alegría vi todo ese dinero que por cosas del "destino" mi propio padre me lo había entregado, sí aquel avaro y egoísta que buscaba ahorrar al máximo, y que si no hubiera sido por el testamento de mi madre, que murió cuando yo tenía cinco años, nunca hubiera tenido tarjetas de crédito o algo de dinero para salir con mis amigos, aquellos niños ricos que como pan de cada día lucían todo lo que tenían. De repente mi mente sufrió una invasión de recuerdos borrosos, en los que estaban, cuando conocí a Erika, a Gary, a Cinthia, la primera vez que me drogué, que al comprar cigarros encontré a Juan, gran amigo de mi padre, la primera vez que asesiné, hasta que mi corazón, que no tenía remordimientos, sintió una dolorosa y profunda conclusión: Juan le contaría todo a mi padre. Tenía que evitarlo como sea, así que me levanté de la cama y cuando estaba a punto de guardar la maleta mi padre entró a la habitación.
Lloró con tanta rabia que me desesperé, tenía que evitarle el gran sufrimiento que estaba pasando, mientras él me decía: "discúlpame hijo tengo que llamar a la policía".
Agarré el arma que tenía aún en la maleta y le dije con una malicia que no parecía que tuviera concordancia con lo que estaba pensando, es decir escapar cuanto antes: "Dime dónde guardas el dinero y no te mataré" El viejo cambió su expresión a una de indignación mezclada con rencor: "Nunca te lo diré, morirás sin mi fortuna"
Ante esto yo respondí con sarcasmo: "Morirás avaro entonces" Disparé dos veces, una a su cuello, la otra a su pecho. Ya no tenía nada más qué hacer en esa casa, no podía ya volver el tiempo atrás, sólo me quedaba una cosa por hacer para sentir que mi vida todavía tenía algún sentido...
Y para esto, el "destino" ya había trazado qué hacer, sí y pronto me daría cuenta que sólo el "destino" tenía la capacidad de decidir quién de mis seres queridos seguirían con vida y quienes no...

06 agosto, 2009

Quizá (cuarta parte)

Siento que al escribir lo que me pasó estoy alivianando toda la carga que hasta hace un mes, después de todos los acontecimientos, me pesaba. Pero es que todo comenzó con ella, antes de conocerla yo era un chico común que iba a la universidad, estudiaba, salía a divertirme, tenía buenos amigos, y bueno, creo que quizá Gary también contribuyó a malograr mi vida. Así que debería echarles la culpa de mi actual miserable vida…
Ya había amanecido desde que Cinthia llamó a mi padre; Gary no había comprado cigarros y aunque tenía, decía que sólo se usaban para la droga, así que me fui a una tienda cercana. Allí me encontré con Juan, un gran amigo de mi padre, me vio tan drogado que se sorprendió, yo por supuesto estaba en mi mundo, abstraído de lo que pasaba en la vida real, compré los cigarros y regresé al departamento. En el camino sentí que alguien me seguía, pero no volteé a ver si había alguien. Llegué y los vi abrazándose, los interrumpí diciendo que llamaran de nuevo a mi padre porque ya debía estar preocupado. En un instante Gary sacó de su chaleco una pistola con la cual me apuntó y me dijo: “Tranquilo hermano, ya pronto lo llamaremos” Se dirigió a su novia y rieron los dos al unísono. Me quedé pasmado, él se dio cuenta de mi reacción y me dijo que la había traído porque quería darle realismo al secuestro. No entendí a qué se refería hasta que llamaron de nuevo diciéndole a mi padre que si había contactado a la policía me matarían. Acto seguido disparó al techo y le dijo que tenía que llevar ochocientos mil dólares en una maleta dejándolos al lado de un basurero cerca de dónde estábamos nosotros. Le dio la dirección y la hora, acto seguido cortó. De repente reaccioné, sabía que esa cantidad era más de lo que le debía, se lo reclamé, ante esto me dijo que una parte sería por los intereses y la otra sobrante me la quedaría para tener algo con qué pagarle a mi progenitor. Ya no podía detener lo inevitable.
El ocaso avisaba que ya era hora de volver a llamar, así lo hizo Gary y mi padre le dijo que el dinero ya estaba en el basurero. Cinthia fue a recogerlo, regresó con una gran sonrisa en sus tan apetecibles labios, ni siquiera me percaté de lo que empezó a decir, sólo veía el roce de esos rojos y apasionados labios friccionándose, hasta que Gary fue hacia ella, la tomó por la cintura, la besó con gran dulzura y a la vez con gran pasión, en ese instante sentí que todo mi cuerpo se calentaba, creía que me iba a desmayar. A mi cabeza entraban susurrando pequeñas voces, que no podía entender qué decían, cada vez con más frecuencia, cada vez con más velocidad entraban y se iban. No podía más, ellos ni percibían lo que me pasaba, hasta que repentinamente cogí el arma que había dejado Gary en la mesa, les apunté y les dije: “Deténganse, malditos traicioneros” Ellos me miraron desconcertados, Gary me dijo que la soltara, que por favor se la diera. Así vi cómo ellos suplicaban asustados, les sonreí y les dije: “¿Creían que podían burlarse de mí tan fácilmente? Tú Erika, que creía que me amabas y tú idiota. Ante esto Gary tembló y me dijo: ¡¿Qué?! ¡¿Qué estas diciendo?! Me reí y le contesté: Ahora te haces el desentendido. Sonó un profundo y hondo sonido en la habitación, la sangre de mi amigo yacía en el suelo. Cinthia llorando y me dijo: ¡¿Qué has hecho?! Mi antiguo amigo aún seguía con vida es por eso que le dije que me había acostado con la mujer que quería, ante esto ella me dijo: Eres un gusano despreciable, ni siquiera sabes amar a una mujer, eres poca cosa, insignificante, no vales na… Otro sonido se escuchó en la habitación, cuatro seguidos. Después de esto por fin reaccioné, pero no lloré, ya no sentía nada, el “destino” me había enseñado a no tener sentimientos, el “destino” sería sólo mi compañero…

Quizá (tercera parte)

Creo que ya no siento dolor ni rencor contra aquella persona que me hizo sufrir, ahora estoy vacío, mi alma ya no tiene luz, yo ya no soy yo…
Desperté con un nudo en la garganta por lo que me esperaba y por lo que podía hacer para evitarlo, pero me decidí, aunque mi conciencia me matara por siempre, tenía que evitar un problema para la familia Villanueva, el distinguido apellido de mi padre. Así que convenía el mal menor, eso creía…
Bueno, tenía que planificar cómo y con quién hacerlo, así pensando, se me ocurrió llamar a Gary para que me ayudara. No me pareció raro cuando me dijo: Con tal que me pagues no me importa si te ayudo un poco. Pero lo que sí me pareció extraño fue que trajera a su novia para ayudarlo explicándome después que si él hablaba con mi padre le reconocería la voz así que su novia Cinthia lo llamaría para que no sepa quién es.
Lo planificamos todo para el viernes que se suponía que terminaban mis clases de guitarra ya habiéndole dicho a mi padre que además me iba a una discoteca con mis amigos. Así pues llegó el fin de semana, salí de mi casa despidiéndome de mi papá con un gran abrazo, luego fui al departamento, donde siempre iba a fumar con Gary (como ya les había comentado en la anterior lectura) y lo encontré con Cinthia revolcándose en la cama gritando como locos, drogados como siempre, pero esta vez además, haciendo el amor. Entré como ladrón, discreto y sin ruido, con la llave que me había dado mi antiguo amigo encontrándolos en una habitación del segundo piso. Ingresé y subí por las escaleras despacio porque Gary me había dicho que ese día iban a pintar el último piso, pero que no me preocupara porque los trabajadores eran sus “consumidores selectos”, él había comenzado a comercializar droga. Aun así necesitaba mucho más dinero, el cual yo se lo tenía que dar, esta explicación se suponía que tenía que calmarme, sin embargo quería estar seguro de que nadie me viera.
Cuando llegué a ver a Cinthia desnuda, ella toda bella me hizo recordar a Erika, eso me hizo perder la cabeza, sentirme que no valía nada. Después de esta desagradable experiencia empezamos los tres a drogarnos y ya al anochecer Gary fue a comprar comida para toda la semana. Me quedé sólo con Cinthia y volví a recordar, pero empecé a reír lo más fuerte que pude. Ella me imitó, para después abrazarme y besarme; yo no quería porque me dolía mucho sentir nuevamente afecto, pero seguí el juego acostándome con ella.
Sólo fue una experiencia más, como probar droga o alcohol, en ese momento no estaba tan interesado en gozar en demasía, así que me pareció algo insípido.
Cuando regresó Gary los dos ya estábamos con ropa y aparentamos que nada había ocurrido. Esperamos hasta las dos de la madrugada para llamar a mi casa, mi padre contestó, Cinthia le dijo que si quería ver vivo a su hijo tenía que esperar otra llamada y no avisarle a la policía…
Sí, ése era el plan: crear un supuesto secuestro para obtener dinero de mi padre y pagarle a Gary. Sé que nunca debí hacerlo, pero el “destino” me lo aconsejó, y el “destino” me seguirá guiando…

05 agosto, 2009

Quizá (segunda parte)

Qué dolor siento por su partida, sufrimiento, pero más que eso, rencor es lo que hay en mi corazón; dejando de lado mis sentimientos me quedé sin dinero, y para mi pesar me acordé que tenía una gran deuda con un gran amigo, un chico rubio que vivía en La Molina, que siempre le gustó la diversión extrema, las drogas y el sexo, algo común para personas que tienen mucho dinero por derrochar y son arrogantes, pero un día su padre le canceló las tarjetas de crédito al encontrarlo drogado en la puerta de su casa. Bueno ustedes se preguntarán y ¿cuándo me prestó dinero? Primero les diré cómo lo conocí: Una tarde, dos semanas antes de que llegara Erika, me lo presentó una amiga en el club al cual yo siempre iba los fines de semana; él se llamaba Gary, lo vi, estaba drogado y es por eso que casi le roban, pero yo estaba allí y lo defendí, así nos hicimos excelentes amigos. Todas las mañanas me invitaba a fumar en la azotea de un departamento que su padre había comprado, allí recuerdo que reíamos de todo. Hasta que un día, como observé que siempre tenía dinero y yo necesitaba para comprarme un auto, le pedí prestado, me sonrió y luego rió a carcajadas diciendo: ¡Pensé que nunca me pedirías dinero! Yo le pregunte riéndome: ¿eso es un sí? Ante esto su cara cambió a seria diciéndome: ¡Claro que sí, hermano! Luego empezó nuevamente a reír y yo con él.
Al día siguiente me fui a comprar el auto, pero a dos calles de llegar, un chico escuálido, pero con una fuerza tremenda me ahorcó por detrás y cuatro más me cercaron quitándome todo el dinero que tenía, para después irse corriendo, en ese momento me quedó un gran nudo en la garganta. Regresé a mi casa sabiendo que no podía pedirle más dinero a Gary porque después no tendría de dónde pagarle ya que mi padre al saber que me drogaba me había suspendido las tarjetas de crédito, siendo también yo un desempleado más, no tenía ni un sólo ingreso. Así que decidí evitar a Gary para llevarme bien con mi padre y que me diera algo de dinero, en ese lapso de tiempo conocí a Erika.
Como ignoré en demasía a Gary, él me guardó rencor y así es como todos los días me pedía su dinero, pero yo me sentía abstraído de esta preocupación “gracias” al hechizo de esa chica, hasta que ocurrió lo que en la primera lectura les conté destrozándome el alma, además de recordarme el préstamo. No sabía qué hacer: empecé a leer en los periódicos para saber si habían trabajos disponibles para un bachiller en Ingeniería Civil, pero sabía que no obtendría el dinero en una semana, último plazo que me había dado mi antiguo amigo Gary, luego pensé en robarle a mi padre, pero no sabía dónde guardaba el dinero, después llegó un pensamiento fugaz y a la vez tonto: pedirle dinero, sin embargo ya me había dado mucho, siendo una persona muy avara, que no le agradaba gastar y cuando lo hacía no le gustaba que lo derrocharan, que para mal ése era mi caso. Finalmente me puse a ver televisión, resignado ya, a morir o recibir una golpiza, y vi en las noticias varios reportajes de asesinatos, robos, secuestros, delincuencia de todos los días; antes de quedarme dormido me dije: quizá el “destino” sea suficiente para solucionar este problema, quizá el “destino”…

16 julio, 2009

Quizá

Quizá sea que no me acostumbro, quizá sea que me aferro a sus recuerdos, quizá es que soy un tonto, o sólo quizá mi corazón sea el tonto. Quisiera que alguien me diera alguna respuesta, lo que me pueda calmar. Pero no encuentro a esa alma caritativa, a esa persona que me diga lo que afecta mi todo, lo que afecta a mi corazón.
¿Por qué estoy contándoles la parte final de la historia? Debí haber empezado por el principio, pero es que en estos momentos me siento derrotado, me siento un extranjero en su ciudad natal...
Cuando la vi me di cuenta que no era una chica especial, se llamaba Erika, no tenía alguna cualidad que me atrajera a primera vista, aunque con el paso de los días la empecé a conocer; una chica excepcional, distinta a las demás, con conocimientos extensos en muchas materias en especial la materia de la vida.
Venía de Montevideo, una hermosa ciudad; sus padres se habían mudado porque tenían unos tíos que le prestarían dinero, pero ella no me dijo para qué.
Después de tres meses de haberla conocido me empecé a enamorar de ella y me decía que también ella de mí. Y como teníamos tanta confianza me confesó que el dinero que necesitaban sus padres era para tratar su enfermedad: el lupus eritematoso sistémico.
Me impresioné mucho al escuchar ese extraño nombre y ella me explicó qué es lo que significaba: le aparecían erupciones en la piel y cada vez más frecuentes.
Seis meses pasaron, ya éramos enamorados; un día nos fuimos al parque cercano de mi casa y me contó con mucha tristeza que el dinero que había reunido su familia no alcanzaba. Así que para mí esa noticia fue un grito de ayuda, de solidaridad, de amor, entonces fui al banco y saqué todos mis ahorros, llegué a la casa de mi padre y le pedí prestado setecientos mil dólares (esto parecerá excesivo, pero así fue, ya que mi padre era un excelente empresario). En total le di ochocientos cincuenta mil dólares. Ella me besó con mucha pasión y me dijo que el día del viaje me vería en el aeropuerto para viajar a EEUU. A las seis de la tarde me iba a encontrar con ella; llegué, esperé quince minutos, media hora, el avión partió y ella nunca apareció. Por eso fui a la casa de sus padres y les conté lo que había pasado, al instante ellos empezaron llorar. Me dijeron la más cruel y despiadada verdad que jamás me hayan dicho: ella nunca tuvo una enfermedad, sólo necesitaba el dinero para irse a encontrar con su novio en Argentina, que la esperaba para tener una nueva vida, lejos de sus progenitores.
Sí lo sé, soy un imbécil, quizá por esa sonrisa bella que me cautivó, por esa dulzura en su forma de hablar, esa mirada que me hacía sentir un idiota. Pero sé que ella algún día se arrepentirá, aunque personas como ella... no lo sé. Y sino el "destino" sabrá qué hacer con ella, el "destino"...

24 abril, 2009

Su lucha; su vida

Ella moriría en un mes; sus padres no sabían cómo reaccionar ante la noticia. Tenían que sufrir, ver a su hija agonizar cada día. Pero su hija tuvo la fuerza de voluntad que ellos no tuvieron. Sabía que iba a morir, pero no quería que lo último de su vida fuera una tragedia. Estaba decidida a vivir como nunca lo había hecho. Moriría muy pronto, sí; pero con una gran sonrisa en el rostro.
En la primera semana querían contagiarse de la fuerza y alegría que tenía su hija, pero al ver los síntomas que se presentaban lloraban a solas. Sin embargo ella buscaba vivir con entusiasmo.
La segunda semana fue terrible; Lucía enfermaba más; su cuerpo moría cada día, pero su alma renacía. Ésta estaba intacta, su cuerpo no. Ya no podía salir con sus amigos todos los fines de semana.
No se recuperaría, ya que cada día el cáncer avanzaba, carcomía su cuerpo, mas no su alma. La tercera semana había llegado y con ella el adiós a salir de su casa.
Ella luchaba, quería ganar terreno a la enfermedad. Pero se acercaba la cuarta semana y ella ya no tenía fuerzas. Su vida terrenal se acababa.
El vigésimo-octavo día desde que le habían dicho la noticia a sus padres, fue el último día en el que la vieron sonreír. Ella ya lo presentía; como muchos dicen: uno cuando va a morir lo sabe.
Sus padres llamaron al sacerdote de la comunidad en la que ellos vivían, y él hizo que descansara en paz.

17 abril, 2009

Despedida

No soporto la angustia, no soporto un minuto más, tengo que huir de ese lugar.
El terror destroza mis sentidos, casi no puedo respirar.
Ellos están afuera, pero el olor que emanan de sus cuerpos llenan mis pulmones. Es algo repugnante.
Quiero huir de allí, pero mis piernas no me responden; no he comido en semanas y con las justas puedo escribir esta carta.
Poco a poco las personas que me rodeaban escaparon, aunque nunca sabré lo que les pasó.
Ahora yo tengo que huir, porque cada día aumentan de número y podrían llegar a ser tantos que abarrotarían la puerta tirándola.
Dejaré de escribir esta carta para huir por un túnel, ojalá pueda escapar...

Aún estoy vivo, pero ellos me han encontrado; no tengo escapatoria. Lo único que me queda es este lápiz y este papel, que ojalá alguien lo encuentre; moriré y me convertiré en uno de ellos...

05 abril, 2009

En la última

Nadie nunca la observaba, nadie nunca le prestaba atención; ella siempre sola en la última fila del autobús.
Su nombre era Rebeca, la chica de los más hermosos ojos azules que haya visto, era la única que no conversaba, la única que me veía con esa dulce mirada.
Nunca tuve el valor de decirle nada, ni un hola, ni un ¿qué tal?, nunca le dije nada.
Sólo me concentraba en su mirada y ella en la mía; todo el camino hasta el colegio, desde que entraba al autobús la buscaba y la encontraba sentada en la última fila, desde allí nos empezábamos a mirar, a pesar de que conversaba con mis amigos, no le quitaba la mirada.
Aún recuerdo esos momentos, ella allí sin decir nada, y cuando llegábamos al colegio, era la última en bajar. Sólo duró un año su estadía en nuestro colegio, pero no estudiábamos en el mismo salón, ya que segundo año de secundaria estaba dividido en cuatro secciones.
Pero el maldito día llegó, en el que subí emocionado al autobús para contemplarla como cada día. Y la sorpresa me invadió al no encontrarla más en la última fila del autobús.
Aún recuerdo su mirada, y su rostro hermoso, la mirada tierna, dulce de la cual nunca me voy a olvidar.

21 marzo, 2009

Introducción

Bueno, no sé el porqué estoy escribiendo una introducción... bueno, ya mucho rodeo, ahora mis historias...