23 abril, 2016

Los gritos en la casona (segunda parte)

“Ya debe ser muy tarde – pensó – eso explicaría la ausencia de sonidos en la calle. Y cuando terminó de pensar en esto se escuchó a lo lejos como un eco: Manuel, ¿dónde estás?... ¡responde! Este era el nombre de nuestro personaje, el cual miró desconcertado a todos lados para identificar de dónde provenía esa voz. Entonces, se escuchó por segunda vez, las mismas palabras, la misma entonación. Retumbaba en toda la casa el eco. Manuel decidió ir hacia donde creyó que era el origen del eco. Caminó por un largo pasadizo hasta estar en un cuarto donde no halló ningún tipo de luz.

“¡Soy tonto! ¡Mi celular!” recordó. Lo sacó del bolsillo de su pantalón. Vio la hora: las cinco de la mañana. Intentó llamar, pero no tenía señal. “Tengo que buscar una salida, está por apagarse”. Siguió caminando a través de la habitación alumbrándola pobremente con el móvil. Al final de la misma había otro pasadizo que conectaba a otra habitación, y así sucesivamente. No podía entender este tipo de construcción. Decidió entonces regresar al principio pero entonces la iluminación se terminó.

Se golpeó contra muebles y repisas. Creyó no llegar a ningún lado y empezó a desesperarse. Corrió y se cayó muchas veces. Sentía que el nudo en la garganta se hacía más grande con el pasar de los minutos. “¡Manuel!... no responde, seguramente ya se fue… Vámonos, no está aquí. Me da escalofríos esta casa. Se escuchan ruidos tras las paredes”