18 diciembre, 2011

Cuando tu ocaso se convirtió en el mío

Es cierto que cuando uno menos se lo espera, le ocurren hechos impactantes en la vida, es cierto de igual forma, que prever un futuro lejano es para ilusos y/o creyentes. Sin embargo, recién soy consciente, que para todo ser humano es vital tener una pequeña pizca de brujo, de chamán, para así anticiparse a los sucesos, aunque sea por un margen mínimo. Yo hoy ya no soy tonto, ni tampoco creo. Yo ahora, lo único en lo que creo, es en encontrar una forma distinta a la que sé, de morir.

Cierto, cierto, la vida, la muerte, quizás no la entiendan como yo. Nadie las comprende ni las saborea como yo, nadie las “sufre” al mismo tiempo, en un estado que debe estar alejado del cielo, del purgatorio y del mismo infierno. ¿Quién será el próximo desdichado o desdichada al que le inyecte esta agonía palpitante en mis venas?

Sonaré lastimero, pero no se compadezcan de mí, porque ya ningún sentimiento acompaña mis palabras, mis acciones. Lo único que siento es hambre, pero nada más. Ni dolor, ni alegría. No duden si es que deben o no, darme un voto de confianza, porque si empiezan a hacerlo, al instante estaré desgarrando su piel para saciarme y seguir ¿viviendo?

Hace tanto que no soy humano, ¿cuánto ya ha pasado, hace cuánto sucedió? Pobre de mí, que no recuerdo el momento de mi no-muerte, el comienzo (¿final?) de mi vida… mi memoria no quería regresarme mis recuerdos, pero por fin pude arrebatárselos. Y ahora que los tengo, ya no los quiero, ya me acordé del porqué de su rechazo en mi cerebro. Aunque no pueda sufrir, siento lágrimas en mis ojos, las cuales no me dejan ver con claridad, ahora que voy caminando en la madrugada.

Tengo que secarme, de prisa, porque veo otra víctima, una que se parece a la única mujer que amé… ¡Bueno! Volvamos con la chica, que ya va volteando la esquina, yo he de hacer lo mismo… cada vez que la veo me hace recordarla: su aproximadamente metro setenta, su cabello lacio, castaño y por supuesto, entregado al viento…debo evitar volver a mis recuerdos mientras persigo a mi presa…no puedo explicar el cómo, sólo sé que puedo ver sus ojos profundos de color negro, sus labios pequeños, que dibujaban una acuarela distinta en cada segundo que la tuve cerca… ¡Maldición! Se percató de que la sigo, y ya va corriendo. En estos casos, el plan “B” no falla: empiezo a volar y la atrapo. ¡Así de simple!

Y aquí estoy viéndola cómo quiere irse de mis garras, pero no puede. Grita, pero es inútil, nadie ahora puede detenerme de mi pequeño festín. Lo han intentado antes, pero nadie ha podido. Me han atacado como si fuera un hombre lobo, un vampiro, pero han fracasado una y otra vez. Lo único que siento es esta necesidad de comer, aunque creo que en estos precisos momentos nace un sentimiento que creí que jamás volvería a recuperar, el cual poco a poco voy comprendiendo nuevamente… ¡Sí! ¡Deseo! Quiero que esta chica ya no se parezca tanto a mi amada, para así poder comer en “paz”. Pero, este nuevo deseo, no le gana a mi instinto básico, y le doy una mordida a mi víctima, mientras comienzo a recordar cómo conocí a mi único amor…