24 diciembre, 2016

Poema XXXIII

El sonido galopante
de tus dedos con la madera,
el incesante vaivén
de las hojas de tu cuaderno.

¿Qué es lo que aflige
a tu corazón?
¿Qué es lo que perturba
a tu alma?

Me acerco y te pregunto,
tu estupor inventado
me hace pensar...
¿es que ya no me amas?

Y cuando estoy a punto
de recriminar tu acción,
una lágrima guardada,
quiebra la sinfonía del alba.

Tus amigas, entonces,
corren a protegerte,
yo me quedo apartado,
tú me miras,
te tocas el vientre,
yo me alejo...

(Escrito el 18/06/12)

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Poema XXXII

Mirarte y no sentir nada,
que mi alma te sonría,
y que solo signifique una sonrisa,
pensarte y no suspirar,
que mis palabras no quieran sobrepasar
el significado de las mismas...
y así es como voy engañándote,
y así son mis mentiras.

(Escrito el 12/06/12)

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Poema XXXI

Cada verso que arranco de mis sueños,
cada mirada que vacila y espera el momento,
cada mañana en que la luna queda en desvelo,
me trae tu nostálgico y dulce recuerdo.

(Escrito el 06/06/12)

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26 noviembre, 2016

¿Disimular? (Poema XXX)

¿Crees en lo que dicen mis ojos
que forzadamente quieren mentirte?

¿En la sonrisa que quiere, pero no debe,
buscar una respuesta distinta?

¿En ese querer tan peculiar,
del que se supone,

no es pretencioso ni egoísta?

¿Acaso he aprendido a disimular
lo que en verdad siento?

¿Acaso has creído
lo que te he querido mostrar?

Tantas interrogantes,
que me llegan en vano.

Tantas interrogantes,
tantos intentos por ocultar lo que siento,
que, quizás al final,
terminen quedándose en solo intentos.

(Escrito el 05/06/12)

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Poema XXIX

Voy deslizando el velo,
aquel que cubre tus pupilas.

Intento no perderme en tu mirada,
y que quede expuesta mi alma.

Pero, todo cae en una ilusión falsa,
sin que pueda hacer nada.

(Escrito el 31/05/12)

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Poema XXVIII

El nudo en la garganta
de una cama vacía.

La historia de un adiós,
que no termina.

El vaivén de una mirada,
que aparenta ira.

La marca de unos besos,
que volviéronse heridas.

(Escrito el 02/05/12)

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17 noviembre, 2016

Poema XXVII

Mirada inquieta,
distinta, lejana.

Tus ojos casi luna,
tus pupilas atrapadas
a punto de gritar.

Un misterio tras los párpados,
un lienzo infinito,
agua cristalina de manantial.

Mirada inquieta,
distante, lejana,
casi noche,
casi alba.

(Escrito el 18/04/12)

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Poema XXVI

Quiero escribir un poema,
un poema apasionado y nostálgico,
uno que se disuelva en café.

Quiero un poema que abrace,
que mire directamente a tu alma,
que no quiera morir.

Quiero que ese poema
no dude en contradecirte,
que se adhiera a tus mañanas.

Quiero que se hunda en tus sombras,
que sea licor en alegrías y penas,
que suspire cuando duermas.

(Escrito el 10/04/12)

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Poema XXV

Ser de piedra,
ser parte del mar,
ser semilla arrojada a la tierra,
ser esa línea blanca que entra en tus venas.

Ser de luz,
ser oscuridad,
ser lluvia esparcida en la alameda,
ser esa sábana que cubre tus piernas.

Ser de aire,
ser sol,
ser verdad descubierta,
ser pañuelo que alivia tus penas.

Ser de fuego,
ser vino,
ser volcán que espera,
ser tinta que plasme tus poemas.

Ser, y así sentirte,
o que así...
me sientas.

(Escrito el 28/03/12)

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06 noviembre, 2016

Poema XXIV

Creo que el destino que no podemos controlar,
crea los puentes para unir a las personas,
pero la acción de éstas,
determina si dichos puentes se mantienen estables,
o se derrumban.

(Escrito el 20/10/11)

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Poema XXIII

Aquella vez que supe,
que sin razón aparente
estuviste suspirando.

Aquella vez soñé,
y con mis ojos abiertos
te imaginé.

Imaginé que era yo,
el que osaba arrancar de tu alma
un suspiro,
en el preciso momento que por ti suspiraba.

(Escrito el 18/10/11)

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Poema XXII

Ya había olvidado esa mirada,
y ahora que la he vuelto a recordar,
me pregunto:

¿Cómo he podido borrar de mi memoria,
esos ojos que vierten candidez pura,
y a la vez, olvidar
la sutil textura de sus labios,
los cuales nunca he rozado?

¡¿Cómo he podido olvidarla?!
Memoria desdichada,
que no puedas guardar
ni sus labios
ni su mirada.

Pero este lamento no es sólo
por olvidar su rostro,
sino también por todo
lo que ella es
y por todo aquello
que me permite sentir.

(Escrito el 20/09/11)

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Poema XXI

Pueden mis ojos ver
el calor de tus pupilas negras.

Pueden mis oídos atender
al color de tu excitante susurro.

Puede mi nariz percibir
la melodía de tu cabello ondulado.

Puede mi boca recibir
la fragancia de tus apetecibles labios.

Pueden mis manos rozar
la dulzura de tu cuerpo esbelto.

Puede mi alma ascender (por lo menos)
a la sima de tu corazón y tu belleza.

Pueden mis poemas...
¿pueden mis poemas alcanzar tu esencia?

(Escrito el 01/07/11)

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04 noviembre, 2016

¿Cómo plasmar? (Poema XX)

¿Cómo plasmar?
¿Cómo plasmar tu inquieta sonrisa?
¿Cómo siquiera reflejar una de tus fugaces miradas?
No bastarían ni mil odas, ni mil sonetos,
no serían suficientes para describir con palabras tu belleza.

¿Cómo, entonces, intentar plasmar tus ojos tulipanes?
¿Cómo transmitir tu esencia a través de versos?
Es imposible, que con mis manos,
pueda en mi poema, pintar tu cuerpo.

Entonces, ¿cómo plasmarte?...
solo me queda intentarlo,
solo me quedo en un vano intento.

(Escrito el 03/06/11)

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Aquella sonrisa (Poema XIX)

Aquella sonrisa sosegaba
la inquieta búsqueda
que en mi corazón se daba.

Aquella sonrisa sembraba nuevamente en mí
la poesía, las frases líricas,
el apacible deseo de escribir.

Aquella sonrisa hacía suspirar a mi alma,
y con la alegría acompañante,
convertían en sublime
la contemplación que tanto buscaba.

¡Y sin embargo! aquella sonrisa...
aquella sonrisa no me pertenecía,
ni a nadie que como yo, la admiraba.

¡Cómo deseaba aquella sonrisa!
¡cuánto la quería!
pero... no era mía.
¡Jamás lo fue!
pero... ¿algún día será mía?
no sabría dar respuesta,
porque aquella sonrisa...
a uno le pertenecía
y aún le pertenece
a uno que, duele decirlo,
no soy yo.

(Escrito el 13/05/11)

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Poema XVIII

¡Eh! Mira dónde cae la lluvia,
al huerto ya seco,
al pantano de una desgracia,
al dolor arraigado en las entrañas de esta tierra.

Mira cuán dulce y trágica es esta lluvia,
que después de volver fértil el campo,
lo convirtió, sin ningún reparo en desierto.

(Escrito el 25/03/11)

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Debemos ser realistas, y no pesimistas (Poema XVII)

Existe una línea delgada
entre el pesimismo y el realismo,
y esta línea, por más que divida a los dos,
es fácil de ser cruzada.

Y como se realiza poco esfuerzo,
muchos zigzaguean la frontera,
sin saber el peligro que acecha
el confundir fracaso con progreso.

Porque amigos míos,
con el permiso de ustedes, afirmo
que el pesimismo lleva al fracaso,
y la realidad, lleva al progreso,
y a los verdaderos cambios.

(Escrito el 06/10/10)

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03 noviembre, 2016

La incertidumbre de una realidad posible (Poema XVI)

Si la noche llegara antes,
y los suspiros se volvieran distantes,
no sabría ya cómo amarte.

Si tus ojos se volvieran fríos,
y tus besos dejaran de ser míos,
no dudaría en llorar todo un río.

Si la alegría de antaño volviérase un sufrimiento constante,
y la inocencia convirtiérase en un recuerdo entrañable,
no podría ya contemplarte.

Y si el alba ya no se inspirara al vernos,
y la indiferencia se calara entre mis versos,
no volverías a estar en mi presente, sino en el pasado, en el recuerdo.

(Escrito el 30/09/10)

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Poema XV

Hoy volví a bucear en tus palabras,
y caí nuevamente en ese abismo envolvente.

Hoy volví a volar cerca de tu cuerpo,
y lo hice de nuevo para que no me olvides.

Hoy volviste a brotar de mis palabras,
y te quedaste en mi mente todo el día.

Hoy volviste a ofrecerme tu mirada,
y te quedaste impregnada en mi poesía.

Hoy fue otro día,
que imaginé que me querías.

(Escrito el 27/08/10)

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Poema XIV

El naufragio de un mínimo suspiro
que no ha llegado a tus oídos.
Que mis sentimientos, hechos palabras, sí llegaron,
mas también es cierto, que en ti no calaron.

Quedó menos que en un intento decidido,
aunque fue más lo que soñé contigo.
Es un gran pesar revivir el pasado,
más aun, porque tu recuerdo se quedó grabado.

Meditar, meditar sin haber vivido,
lamentarse cuando todo se ha entendido.
No quedan más que los momentos fugaces y vanos,
que todos los días añoro, con un enfermizo encanto.

No hay dudas de todo lo dicho,
no quedan más que vacíos.
Los que por siempre tendré impregnado,
en mis ojos aún desdichados.

Habértelo confesado ha sido mi mayor delirio,
pero no haber hecho nada ha sido mi martirio.
Yo jamás pensé, que solo serías, un recuerdo a mí atado,
pero eso es lo que has sido, y por ello mi alma sigue suspirando.

(Escrito el 24/08/10)

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Poema XIII

Si no ha de cerrarse una puerta,
el flujo continuará su marcha.

Si se llora sin pena,
no habrá arrepentimiento que valga.

Si el mal sin esfuerzo entra,
borrará toda esperanza.

Pero, si aún así un haz de luz queda,
se podrá dar batalla.

Si el sol vuelve a brillar en tu alma muerta,
es que otra oportunidad se te está siendo brindada.

Si tus ojos de ilusión se llenan,
tus acciones estarán de acuerdo con tus palabras.

Si buscas cambiar de forma sincera,
no habrá tiempo ni lugar que se interponga en tu travesía amarga.

(Escrito el 23/08/10)

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29 octubre, 2016

La reflexión diferencia (Poema XII)

                                      al hombre del animal
La reflexión diferencia a la libertad de la esclavitud
                                      a la igualdad de la avaricia
                                      .
                                      .
                                      .
La reflexión hace al hombre,
el pensar continuo hace a la persona,
mas las distracciones, creaciones nuestras,
matan, como adicción,
a muchos, y pocos se salvan.

No llegar a interiorizar,
ni volverse a uno mismo,
carcome la realidad, no indiferente,
esclaviza la libertad,
libera al animal.

(Escrito el 18/08/10)

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...sino la más bella obra de arte (Poema XI)

Con esos ojos de belleza exótica,
con esos ojos de mar al mediodía,
con esos ojos de preocupación enternecida,
                    jamás me defraudaría.

Con esos labios, salvajemente dóciles,
con esos labios, por los que el deseo se ha obcecado,
con esos labios, aún no enamorados,
                       que todavía sigo soñando.

Con su voz de alegría rebosante,
con su cabello, del viento amante,
con su sonrisa, inspiración que me invade.

Me empuja al hondo espiral del orate,
me vuelca al río de desilusiones y miradas fugaces,
me crea una rutina, que no es rutina, sino la más bella obra de arte.

(Escrito el 18/08/10)

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Voltea tu mirada hacia la mía ¡Mírame! (Poema X)

Mírame,
mírame por el simple hecho de desearlo,
mírame,
mírame, clava tus ojos en mi letargo.

Mírame,
mírame, porque el deseo puede más que la razón,
mírame,
mírame, te lo ruego con el corazón.

Mírame,
mírame, que la terquedad de mis sentimientos gana,
mírame,
mírame, no dejes mi pasión ignorada.

Mírame,
mírame ahora que te contemplo,
mírame,
mírame, haz realidad mis sueños.

Mírame,
mírame, que aunque cuesta, quiero ver tu belleza,
mírame,
mírame, borra de mí toda pena.

Mírame,
mírame por una utópica eternidad,
mírame,
mírame, vivo muriendo si tus ojos no están.

Mírame,
mírame por cualquier motivo,
mírame,
mírame, sea casualidad o destino.

Mírame,
mírame cuando yo solo te mire,
mírame,
mírame, que la inspiración sin ti no existe.

Mírame,
mírame mostrando tu eterna sonrisa,
mírame,
mírame, te lo pide mi esperanza siempre viva.

Mírame,
mírame con dulzura,
mírame,
mírame, que mis ojos a los tuyos buscan.

Mírame,
mírame cuando este poema acabe,
mírame,
mírame, o por lo menos, hazme creer que lo haces.

(Escrito el 11/08/10)

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Poema IX

¿Por qué? ¿Por qué te quedaste callada?
¿acaso no sentiste nada al leerlo?
¿o es que sentiste que era por y para ti?
¿lo sentiste? ¡Debiste decírmelo!
¿o no sentiste nada?
¿me lo habrías dicho con la mirada?
¡Jamás lo sabré! ¡No me percaté!

Fue mezcla, unión maldita,
de dolor, angustia pasiva, tortura y decepción temprana.
No sabré nunca si sentiste o no sentiste,
que el poema lo escribí por ti,
que en ese momento, inspiración pura eras para mí.

(Escrito el 09/07/10)

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28 octubre, 2016

Sueño ante la razón por la cual te quiero (Poema VIII)

¿Y si mis pensamientos
llegaran a tus oídos?
¿y si los tuyos
llegaran a los míos?

¿qué me dirías?
¿tus labios no se moverían?
¿qué harías?

¿por qué me lo pregunto?
¿por qué este miedo, esta incertidumbre?
¿por qué me lo imagino?
¿hay razón para preguntar, imaginar, sentir?
¿la hay?...¡claro que la hay!

La hay, porque me esparces y me concentras,
me aturdes y mis sentidos aclareces,
porque me miras y no te observo,
porque te observo y no me miras.

¡Esa es la razón!,
esa es la razón por la cual me pregunto:
¿y si mis pensamientos
llegaran a tus oídos?,
¿y si los tuyos
llegaran a los míos?

Porque no sabría el efecto, la consecuencia,
de ser uno,
de contemplarse, de observarse en silencio.

Porque si los pensamientos se unieran,
se sentiría el grado, la intensidad
de la cual tanto he hablado.

Y soy tonto por suponer imposibles,
por soñar, imaginar y sonreír a la vez,
a una realidad utópica e irrealista.

Pero, es así... es así como sueño...
como sueño con creer...
con creer que los dos nos conocemos...
nos conocemos más que cualquier otro par,
pero, todo al fin, es un sueño,
una respuesta fácil a mis dudas,
ante el deseo...
el deseo de que tú supieras,
que yo sueño y sueño,
por la razón única y sincera,
de que verdaderamente yo te quiero.

(Escrito el 23/06/10)

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¿Aún dudas? (Poema VII)

¿En verdad dudas?
¿Por qué dudas?
¿Dudas de lo que mis ojos te dicen?
¿Dudas de lo que ves en ellos?
¿En verdad dudas?
¿Por qué dudas?
¿Dudas de ese recuerdo grabado en mis ojos?
¿Dudas de la inspiración que me causas?

¿En verdad dudas?
¿Por qué dudas?
¿Dudas cuando me alejo y te contemplo?
¿Dudas que para ti creo poemas?
¿En verdad dudas?
¿Por qué dudas?
¿Dudas por el tiempo que ha pasado?
¿Dudas que no te he olvidado?

¿En verdad dudas?
¿Por qué dudas?
¿Dudas que tú me inspiras?
¿Dudas que sigues en mi corazón guardada?
¿En verdad dudas?
¿Por qué dudas?
¿Dudas que aún te pienso?
¿Dudas que aún te quiero?

(Escrito el 10/03/10)

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El ciclo que de mi mente robé (Poema VI)

Cuando lees, te inspiras,
cuando te inspiras, escribes,
cuando escribes, te alegras,
cuando te alegras, piensas en ella,
cuando piensas en ella, brota el amor,
cuando el amor brota, la esperanza aumenta,
cuando la esperanza aumenta, tus sueños crecen,
cuando tus sueños crecen, empiezas a creer,
cuando empiezas a creer, necesitas un hecho real,
cuando necesitas un hecho real, pierdes la fe,
cuando pierdes la fue, huye de ti la inspiración,
cuando huye la inspiración, vuelves a leer.

(Escrito el 15/12/09)

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Los suspiros: del alma al cuerpo (Poema V)

Aliento del alma,
cuando está enamorada,
cuando adolorida o agobiada:
sintiéndose sola y desamparada.

De momentos nos viene
siendo desde fugaz y breve,
hasta duradero y resistente
ante el tiempo, que no tanto nos debe.

Cuando llega no se le frena,
porque el alma se impone con fuerza
para expresar la explosión que hay en ella,
y así desahogarse de la carga, que adentro lleva.

Pero, sin el cuerpo no cabe
la posibilidad de que el alma grabe
en el rostro la descarga que invade
en nuestra exhalación el sentimiento hecho aire,
y así cuerpo y alma, los suspiros comparten.

(Escrito el 27/11/09)

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Poder expresar que tú eres mi anhelo (Poema IV)

Si mi lógica entendiera
qué siento cuando te veo,
si mi inspiración supiera
que tú eres más que un deseo,
si mi alma venciera
ese obstáculo, ese miedo,
si mi corazón comprendiera
que de ti es un reo.

Si mis brazos el valor tuvieran
de estrecharte contra mi pecho,
si mis pupilas pudieran
de tus ojos mostrar el reflejo,
si mi boca sintiera
la dulzura de tus besos,
si mi voz se atreviera
a decirte un te quiero.

Si mis versos te convencieran
que por ti, a un mar de sueños llego,
si mis sueños se extendieran
a la realidad en la cual te contemplo,
si mi ser te conociera
a cabalidad y sin rodeos,
yo sí pudiera
expresar, que tú eres mi anhelo.

(Escrito el 10/11/09)

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27 octubre, 2016

Poema III

El dolor de las personas
es suficiente para desgarrar a Dios.

Le duele en demasía cuando nuestra alma llora
y por eso nos repara el ala como canario herido.

Así nuestra vida transcurre larga y corta,
y que de momentos dolorosos, ésta está herida.

Y así la vida con el sufrimiento se prolonga
en esas situaciones penosas y por demás sabidas.

... la vida con el mundo se acorta,
sólo con Dios se vuelve infinita.

(Escrito el 29/10/09)

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Poema II

¡Guau! de animales,
cómo nos comportamos,
no es como antes,
ahora aullamos.

Es que peor estamos,
porque siempre existe un patrón que mande
¡hasta de qué alimentarnos!,
¡ay! Dios, ¡¿qué vendrá por delante?

Y somos siervos de un dios irrelevante,
que cambia sin cuenta darnos,
porque nosotros siempre elegimos el camino cortante,
que nos maltrata, que nos hace inhumanos.

Muchos aún nos matamos,
pero hay quienes piensan antes,
en el mundo justo regresarnos,
y que sólo el bien gane.

(Escrito el 17/08/09)

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Poema I

Olas turbulentas llegan a mi mente,
recuerdos que no se pueden borrar,
túnel sombrío de mis recuerdos
donde no hay salida ni ingreso.

¿Cómo regresar el tiempo y
revivir los momentos?,
¿cómo vivir en el pasado y
esperar al tiempo?

(Escrito en el 2007)

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20 agosto, 2016

Cuento I

La pierna seguía aquejándolo, y aun así cada mañana tenía que bañarse, vestirse y caminar dos kilómetros de terreno agreste, desde su casa hasta la oficina del sheriff. Su pierna no había sido tratada a tiempo por descuido del hombre, al pensar que su lesión no sería de gravedad. Craso error, que hasta el día de hoy, un año después del incidente, seguía dificultando su trabajo, el cual no era poco.

Los robos y asesinatos habían empezado a incrementarse en los últimos meses. Los oficiales no daban abasto ante la creciente delincuencia. Y Duarte, a pesar de los tiempos difíciles, motivaba a todos en la comisaría con sus ideales de paz e integridad. Creía firmemente en lo que decía y por consiguiente era consecuente con sus actos. De esto eran testigos los pueblerinos, quienes lo saludaban siempre que él hacía sus rondas a caballo.

Duarte había vivido siempre en aquel pueblo, al cual quería tanto o más que a Lucinda, su esposa, una hermosa mujer de cabello rizado y ojos café. Una mujer aguerrida, que hubiese sido una gran madre, de no haber tenido ese trágico desenlace. Ella dio luz a una vida mientras la suya se apagaba entre los rezos, súplicas y llantos del sheriff. Una terrible pérdida que fue sobrellevada gracias a la dedicación excesiva al trabajo. Mala decisión que marcaría el destino del hombre.

Ya habían pasado diecinueve años desde la tragedia que terminó cubriendo la luz del milagro, el cual era ahora un hombre. Trabajador incansable como su padre, pero codicioso hasta el tuétano. Mientras para Cristhian Duarte el trabajo era veces un fin liberador, y otras un medio para la justicia; para su hijo, Artemio Duarte, el trabajo solo actuaba como un medio para la riqueza. No se interesaba por lo que podría llegar a darle a otros con su esfuerzo. Este pensamiento que lo acompañaba fue moldeado durante su niñez y adolescencia, cuando a falta de un padre, encontraba en la calle lo que su progenitor no le enseñaba.

Para la mayoría en el pueblo su relación era la de un padre ejemplar y de un hijo que seguía su ejemplo. Percepción muy lejos de la realidad. La distancia emocional era muy grande entre ellos. La rutina diaria se basaba en Cristhian alistándose para ir al trabajo mientras Artemio hacía lo mismo. No se veían en todo el día hasta la hora de la cena, cuando regresaban exhaustos. Intercambiaban algunas cuantas palabras, pero ninguno de ellos se mostraba cariñoso con el otro. El sheriff quería a su hijo, pero nunca se permitió un momento de descanso para cuestionarse por qué no se lo demostraba. El joven quizás en algún momento quiso a su padre, pero ahora ni siquiera pensaba en ello; llenó su corazón, falto de afecto, con la idea de acumular y acumular más riqueza.

Y esta relación fría terminó una mañana. Cristhian estaba en su ronda diaria, cuando se decidió en ir a ver a su hijo al trabajo. Nunca cambiaba de recorrido, pero ese día, se había despertado con una sensación vaga en el pecho, que terminó estrujándole la garganta. Esa misma mañana Artemio, luego de varios días pensándolo, se había decidido por fin a huir de la casa con los ahorros de su padre y de paso robar otro tanto de la compañía donde trabajaba, para así vivir en la ciudad. Fatídico encuentro entre ellos. El padre dándose cuenta de la situación intentó dialogar con él, pero fue en vano. Los dos sacaron sus armas, pero mientras el sheriff dudó, el joven jaló rápidamente el gatillo. La bala terminó incrustándose en la pierna buena, dejando al viejo tirado al lado de su caballo.

Aún se cuenta esta historia en el pueblo. A veces siendo agregadas más virtudes al padre y más vicios al hijo. Muchas versiones de la misma, pero todas con un mismo final: una familia marcada por la tragedia.


31 julio, 2016

Hablando de mi amigo

¿Definirlo? ¿Podría definirlo? Quizás… un tipo con manías femeninas, usando estereotipos antiguos. Es la definición más rápida que viene a mi mente. Pero no me quedaré sólo en pocas palabras. Quiero que lo conozcan mejor.

Renato. Cabello ondulado, metro setenta, de contextura delgada y sin marcada musculatura. Veintitantos años y uno de los más apuestos en la universidad según la opinión de una decena de mujeres. Un tipo repleto de bromas instantáneas, que suelen rozar con lo cruel o atrevido. Un hombre terriblemente sincero en algunas ocasiones, un niño escandalosamente fingido en otras.

Mi amigo no siempre fue honesto conmigo. Al principio llenaba de mentiras nuestras conversaciones. Ninguna importante, y sin embargo, éstas hacían que no confiara plenamente en él. Recuerdo que nos unió más un problema acerca de una mujer, que yo reconocí tardíamente que me gustaba, mientras él no lo dudó. Aun así no fue hasta que conocí a Valeria que pude confiar abiertamente mis problemas ¿Por qué?... Ése es tema para otra historia.

Desde hace una década he sido reservado, callado y muy metido en mis pensamientos, o al menos suelo serlo cuando no estoy en confianza con las personas que me rodean. Así conocí a Renato. En esa continua rumia de ideas en mi cabeza. No recuerdo exactamente cómo nos conocimos, pero puedo asegurar que aprendí a conocerme más porque me apoyó en muchos momentos decisivos de mi vida. Valeria y él me ayudaron a reencontrarme con mi “yo” del pasado.

Espero aprender más sobre mi amigo, el joven carismático y sarcástico, con el tiempo. Espero compartir más situaciones jocosas y crecer con su ayuda. Espero que de alguna forma él pueda crecer con la mía.


23 abril, 2016

Los gritos en la casona (segunda parte)

“Ya debe ser muy tarde – pensó – eso explicaría la ausencia de sonidos en la calle. Y cuando terminó de pensar en esto se escuchó a lo lejos como un eco: Manuel, ¿dónde estás?... ¡responde! Este era el nombre de nuestro personaje, el cual miró desconcertado a todos lados para identificar de dónde provenía esa voz. Entonces, se escuchó por segunda vez, las mismas palabras, la misma entonación. Retumbaba en toda la casa el eco. Manuel decidió ir hacia donde creyó que era el origen del eco. Caminó por un largo pasadizo hasta estar en un cuarto donde no halló ningún tipo de luz.

“¡Soy tonto! ¡Mi celular!” recordó. Lo sacó del bolsillo de su pantalón. Vio la hora: las cinco de la mañana. Intentó llamar, pero no tenía señal. “Tengo que buscar una salida, está por apagarse”. Siguió caminando a través de la habitación alumbrándola pobremente con el móvil. Al final de la misma había otro pasadizo que conectaba a otra habitación, y así sucesivamente. No podía entender este tipo de construcción. Decidió entonces regresar al principio pero entonces la iluminación se terminó.

Se golpeó contra muebles y repisas. Creyó no llegar a ningún lado y empezó a desesperarse. Corrió y se cayó muchas veces. Sentía que el nudo en la garganta se hacía más grande con el pasar de los minutos. “¡Manuel!... no responde, seguramente ya se fue… Vámonos, no está aquí. Me da escalofríos esta casa. Se escuchan ruidos tras las paredes”


29 marzo, 2016

Los gritos en la casona

“Mi cabeza…” pensó Daniel mientras intentaba ponerse de pie. Se había quedado dormido en algún punto de la fiesta, pero su memoria le fallaba. Sus recuerdos se escapaban cada vez que intentaba reunirlos. “Estaba aquí, tomando, riéndome… hablamos de un juego raro que se practicaba en esta casona, casi mortal por los pasadizos ocultos… pero eso era en la antigüedad, cuando no habían celulares, ni las formas de comunicación actuales…”

- Concéntrate – se dijo calmadamente – Debe haber algo que me haga recordar… aparte de las botellas vacías, los muebles desordenados y el olor a alcohol.

Logró levantarse del sillón y sintió el peso del ron barato caerle. Tuvo que volver a sentarse, pero esta vez en el suelo. “¿Dónde estará la cocina? Necesito agua urgentemente” Pero para que lograra ponerse en pie tuvo que esperar casi veinte minutos. Y en ese tiempo, se sintió solo y con miedo. ¿Dónde estaban los demás? ¿Y los autos en las calles? ¿Qué día era? No podía recordar ni el porqué de la fiesta.

Transcurridos esos minutos se sintió un poco aliviado y ya con más estabilidad buscó la cocina. En esta travesía se tropezó con varios muebles, estando a punto de caerse. Pero pudo más su sed, la cual logró saciar al encontrar un grifo. Lo abrió y bebió directamente de él. 

26 marzo, 2016

Ahogarse en el camino (tercera parte)

- Ya mami. Como las modelos.

Vivir lejos de la ciudad, hasta poder cruzar la frontera, era el objetivo de la madre. Nadie le quitaría a su hija de nuevo. “Nunca más volveré a caer. Por mi hija, me lo prometo” Y la promesa que ella creyó que se volvería sencilla por el amor que le tenía a su hija, fue poco a poco perdiéndose.

- Mami, el arroz sabe amargo.

- Cómetelo, hijita.

- Es feo. No puedo.

- … ¿Crees que nos regalan la comida? Cómetelo de una buena vez.

Alba apartó el plato. No estaba siendo exagerada. La poca cantidad de dinero, la ansiedad y el miedo constante de Laura, provocaba que no haga las cosas cotidianas correctamente: cocinar, limpiar la casa, contarle a su hija cuentos antes de dormir. A veces dejaba la casa semanas sin limpiar, a veces se olvidaba de su hija, y se encerraba para martirizarse por otro día de no poder ir a otro lugar.

- ¡Cómete la maldita comida!

Agarró la cabeza de Alba violentamente con una mano, y con la otra le quiso dar una cucharada de la fría comida. Pero, se detuvo al ver la expresión de terror de su hija. Las lágrimas de ambas salieron a borbotones. Sin embargo, este no fue el único episodio de violencia.

Meses pasaron hasta que, un día, al ver a su hija con un gran hematoma en la pierna derecha, producto de las golpizas, que para ese entonces ya eran pan de cada día, decidió lo más correcto y sano.

Era un martes cualquiera, como cualquier otro, frío (porque era invierno) y doloroso (por la despedida y el triste final).

- ¡Hijita, te voy a extrañar mucho! Recuerda siempre que te querré. Espero que volvamos a vernos.

- Mami, ¿a dónde vas?

Laura no respondió. Cerró la puerta del coche, dejando a su hija. Se alejó lo suficiente para que no la vieran, y esperó a que Alberto llegara, junto con la policía. Los vio abrazarse, y su corazón se agrietó aún más, por lo que había hecho. Arrancó hasta perderse en una zona desértica, donde encontraron su cuerpo, luego de meses. La causa de la muerte fue un paro cardíaco producto de la promesa incumplida.


16 febrero, 2016

Ahogarse en el camino (segunda parte)

Y la vida continuó. Pasaron varios meses desde la última visita de Laura a su antigua casa. Alberto creyó que por fin su exesposa había decidido rehabilitarse. Pero su creencia se convirtió en una amarga y angustiosa realidad cuando un martes, como cualquier martes, soleado y lleno de vida (al ser verano), su hija no salió del colegio cuando fue a buscarla. Desesperado, interrogó a su tutora, al director, pero lo único que obtuvo por respuesta fue que lo confundieron. Que la niña estuvo esperándolo como muchos niños (aquellos que no se iban en alguna movilidad contratada) aguardando por sus padres. Y vieron que un señor de la misma contextura y estatura que él, no teniendo en cuenta que Alberto siempre la iba a recoger en auto, se la llevó sin que ella diga nada.

La policía tardó bastante en llegar “como suele pasar en este maldito país” pensó el padre lleno de impotencia. Se preguntó a todos en el colegio, vecinos, padres de los niños, pero no hubo indicios de quién podría haberse llevado a Alba. Y en esas horas repletas de dolor nació una posibilidad: la madre. Aunque había sido un hombre quien se la había llevado no se podía descartar, y más aún porque Laura no tenía paradero fijo.

A muchos kilómetros de allí en un auto alquilado iba la madre y su hija:

- Mami, ¿a dónde vamos?

- En primer lugar a darte un nuevo y bonito peinado. De esos que salen en las revistas. Como las modelos. Y luego a comer algo rico. ¿Está bien, bebé?


02 febrero, 2016

Ahogarse en el camino

“Entiende. La única forma para que la vuelvas a ver es sanándote. Tienes una enfermedad y lo sabes. Yo también quiero que su madre… que tú vuelvas a quererla como antes. Pero también tengo mucho miedo. Por favor, vete”

“¡Te odio! Mi abogado te arruinará ¡No me quitarás a mi hija!”

Mientras Alberto le cerraba la puerta a su exesposa, su hija jugaba con la niñera. Aisladas ambas del griterío de la entrada. Una habitación instalada especialmente por el padre no dejaba que Alba escuchara a su madre cuando llegaba a gritar (ya que esto sucedía muchas veces) Y sin embargo el señor no se atrevía a denunciar a Laura, su antiguo amor.

Laura había perdido el juicio por la tenencia de su hija, al confirmarse su adicción a las drogas. Tres años terribles y dolorosos sufrieron los tres. Una adicción que comenzó cuando su hijita tenía dos años. Una adicción que derivó en maltratos físicos y psicológicos. Un año duró el juicio, el cual parecía no tener fin, hasta que finalmente terminó dándole la razón al padre: darle la custodia de su hija. Mientras su madre debía someterse a tratamiento para vencer dicha enfermedad, y solo cuando tuviese un certificado que compruebe su mejoría, podría visitar a su hija.

Cuando Alberto volvió a la habitación alzó a su hija y la llenó de besos, abrazándola muy fuerte. Un sentimiento de ansiedad lo embargó además de una sensación, un tipo de premonición de que algo malo estaba por ocurrir, pero tan rápido como vino este sentimiento, de igual forma se esfumó.


02 enero, 2016

Mis palabras

- Mamá, ¿y esa carta?

- Es un tesoro muy grande…

- La leeré.

“No creí que se sintiese tan frío. Será porque… ¡estoy en Rusia!... lo siento, mi humor sigue siendo tan malo como cuando me conociste. Aún me acuerdo de ello y de la “bonita” conversación que tuve con mi amigo luego de conocernos.

Yo: Claude no me vas a creer esto.

Claude: Dime

Yo: ¿Recuerdas a Beatriz?... ¡parece que le gusto!

Claude: Son tonterías, ¿tú gustarle a alguien?

Yo: Por eso eres mi gran amigo. Esta vez voy en serio. Pienso invitarla a salir. Vamos a ir al parque, a comer helados, a tomarnos de las manos, le recitaré poesía, le daré cartas, rosas, chocolates. Quizá hasta una serenata le lleve.

Claude: Tranquilo, tranquilo, ea, ea, campeón. Primero: no eres guapo, segundo: no tienes dinero, tercero: no tienes carisma, cuarto: no eres gracioso, quinto: eres callado, sexto…

Yo: Conocer su color favorito, cuáles son sus sueños, sus metas. Darle sorpresas, mostrarle que realmente me gusta, que realmente quiero hacerla feliz.

Claude: Hasta interrumpiste mis palabras negativas… tienes mi bendición.

Y los dos nos reímos. Sé que te parece aburrida esa mini historia, pero me acordé de ella en estos momentos, no me juzgues. Y ahora que la palabra juzgar viene a mi mente… te pido que le des una oportunidad a Claude, él es mi mejor amigo. Y ahora que está encaminado luego de casarse, trata de olvidarte de su comportamiento en la universidad. No lo juzgues por su pasado. Sé que pueden volverse buenos amigos, él tiene un gran corazón.

Antes de que se me olvide, porque ya sabes, soy de memoria frágil, por así decirlo… debo pedirte disculpas, segundas disculpas, para que sea más claro. Por la vez que te hice pasar vergüenza con tu mejor amiga al confundirla con tu mamá… aunque claro con el maquillaje que tenía parecía de cincuenta… mentira, mentira… Por la vez que arruiné la sorpresa de cumpleaños a mi suegrito, por la vez que me olvidé de nuestro aniversario y por esa ocasión en la que tuve celos de tu mejor amigo y le di un puñetazo en la cara. No puedo escudarme en el alcohol, ni echarle la culpa… más bien debería darle las gracias, porque me dio el coraje necesario para darle lo que se merecía… mentira, mentira, discúlpame.

Deben ser muchas situaciones en las que debo pedirte disculpas, y no perdón, como me enseñaste, pero estas son las que más recuerdo. Debe haber otras que quizás te guardaste. Lo lamento mucho. Sabes, siempre he sido un tipo torpe. Bonachón pero torpe. Y aun así me diste otra oportunidad, me disculpaste, me quisiste, me amaste. Y fue eso lo que me motivó a ser mucho más fuerte, más decidido, una mejor persona.

Por último quiero que cada vez que el llanto se asome, cada vez que sientas un vacío, date el valor y llénate de los recuerdos hermosos que tenemos, acuérdate de mis chistes malos, de mis feas manías, ríete y enójate, pero no te pongas triste, porque yo también lo haré, y sé que no quisieras eso.

Te amo muchísimo y siempre lo haré.”

- Tú tampoco debes llorar, hija. Ahora ya no está con nosotros físicamente pero sí en nuestros corazones… ni él ni yo nos imaginaríamos que esa sería su última carta. Su forma de decir adiós sin saberlo.