“Mi cabeza…”
pensó Daniel mientras intentaba ponerse de pie. Se había quedado dormido en
algún punto de la fiesta, pero su memoria le fallaba. Sus recuerdos se
escapaban cada vez que intentaba reunirlos. “Estaba aquí, tomando, riéndome…
hablamos de un juego raro que se practicaba en esta casona, casi mortal por los
pasadizos ocultos… pero eso era en la antigüedad, cuando no habían celulares,
ni las formas de comunicación actuales…”
-
Concéntrate – se dijo calmadamente – Debe haber algo que me haga recordar…
aparte de las botellas vacías, los muebles desordenados y el olor a alcohol.
Logró
levantarse del sillón y sintió el peso del ron barato caerle. Tuvo que volver a
sentarse, pero esta vez en el suelo. “¿Dónde estará la cocina? Necesito agua
urgentemente” Pero para que lograra ponerse en pie tuvo que esperar casi veinte
minutos. Y en ese tiempo, se sintió solo y con miedo. ¿Dónde estaban los demás?
¿Y los autos en las calles? ¿Qué día era? No podía recordar ni el porqué de la
fiesta.
Transcurridos esos minutos se sintió un poco aliviado y ya con más estabilidad buscó la cocina. En esta travesía se tropezó con varios muebles, estando a punto de caerse. Pero pudo más su sed, la cual logró saciar al encontrar un grifo. Lo abrió y bebió directamente de él.
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