24 abril, 2009

Su lucha; su vida

Ella moriría en un mes; sus padres no sabían cómo reaccionar ante la noticia. Tenían que sufrir, ver a su hija agonizar cada día. Pero su hija tuvo la fuerza de voluntad que ellos no tuvieron. Sabía que iba a morir, pero no quería que lo último de su vida fuera una tragedia. Estaba decidida a vivir como nunca lo había hecho. Moriría muy pronto, sí; pero con una gran sonrisa en el rostro.
En la primera semana querían contagiarse de la fuerza y alegría que tenía su hija, pero al ver los síntomas que se presentaban lloraban a solas. Sin embargo ella buscaba vivir con entusiasmo.
La segunda semana fue terrible; Lucía enfermaba más; su cuerpo moría cada día, pero su alma renacía. Ésta estaba intacta, su cuerpo no. Ya no podía salir con sus amigos todos los fines de semana.
No se recuperaría, ya que cada día el cáncer avanzaba, carcomía su cuerpo, mas no su alma. La tercera semana había llegado y con ella el adiós a salir de su casa.
Ella luchaba, quería ganar terreno a la enfermedad. Pero se acercaba la cuarta semana y ella ya no tenía fuerzas. Su vida terrenal se acababa.
El vigésimo-octavo día desde que le habían dicho la noticia a sus padres, fue el último día en el que la vieron sonreír. Ella ya lo presentía; como muchos dicen: uno cuando va a morir lo sabe.
Sus padres llamaron al sacerdote de la comunidad en la que ellos vivían, y él hizo que descansara en paz.

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