Era demasiado raro que nadie en el colegio se hubiera percatado que un hombre había estado a punto de asesinarme. Y así como ese pensamiento, muchos más llegaron, y no podía darle alguna respuesta lógica a ninguno de ellos.
Fui corriendo hasta el comedor y me di con la sorpresa que mi padre estaba allí. Estaba conversando con el director, pero no logré escuchar nada. Estaba a punto de entrar cuando recordé las palabras de la chica que supuestamente era mi hermana. Me decidí hacerle caso a ella y me quedé cerca de una ventana para verlos.
Llegó el fin del recreo y ellos recién salieron, fui atrás del comedor, y la encontré.
- Ése... sí que corre, me fue difícil... esquivarlo.
No podía ocultar la sensación de espanto e intriga en mi rostro:
- Por favor dime por qué es que ese hombre me quiere matar.
- No te quiere matar, sólo quería dejarte inconsciente y llevarte – me respondió.
Me quedé aún más intrigado:
- ¿Por qué? Recuerdo que él fue el mismo que intentó raptarme hace un año.
Me miró con cara de tristeza y ternura, me parecía que quería abrazarme, pero no lo hizo:
- Es que tus supuestos padres tenían una deuda, y él quiso cobrárselas.
- Y, ¿de cuánto dinero estamos hablando como para raptarme? – le pregunté aún más intrigado.
- Es que no es dinero lo que deben – me dijo casi gritando y exasperada.
- Entonces ¿qué es? – necesitaba una respuesta.
Cuando se lo pregunté me abrazó y con suavidad me dijo al oído:
- La deuda... eres tú...
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