06 agosto, 2009

Quizá (tercera parte)

Creo que ya no siento dolor ni rencor contra aquella persona que me hizo sufrir, ahora estoy vacío, mi alma ya no tiene luz, yo ya no soy yo…
Desperté con un nudo en la garganta por lo que me esperaba y por lo que podía hacer para evitarlo, pero me decidí, aunque mi conciencia me matara por siempre, tenía que evitar un problema para la familia Villanueva, el distinguido apellido de mi padre. Así que convenía el mal menor, eso creía…
Bueno, tenía que planificar cómo y con quién hacerlo, así pensando, se me ocurrió llamar a Gary para que me ayudara. No me pareció raro cuando me dijo: Con tal que me pagues no me importa si te ayudo un poco. Pero lo que sí me pareció extraño fue que trajera a su novia para ayudarlo explicándome después que si él hablaba con mi padre le reconocería la voz así que su novia Cinthia lo llamaría para que no sepa quién es.
Lo planificamos todo para el viernes que se suponía que terminaban mis clases de guitarra ya habiéndole dicho a mi padre que además me iba a una discoteca con mis amigos. Así pues llegó el fin de semana, salí de mi casa despidiéndome de mi papá con un gran abrazo, luego fui al departamento, donde siempre iba a fumar con Gary (como ya les había comentado en la anterior lectura) y lo encontré con Cinthia revolcándose en la cama gritando como locos, drogados como siempre, pero esta vez además, haciendo el amor. Entré como ladrón, discreto y sin ruido, con la llave que me había dado mi antiguo amigo encontrándolos en una habitación del segundo piso. Ingresé y subí por las escaleras despacio porque Gary me había dicho que ese día iban a pintar el último piso, pero que no me preocupara porque los trabajadores eran sus “consumidores selectos”, él había comenzado a comercializar droga. Aun así necesitaba mucho más dinero, el cual yo se lo tenía que dar, esta explicación se suponía que tenía que calmarme, sin embargo quería estar seguro de que nadie me viera.
Cuando llegué a ver a Cinthia desnuda, ella toda bella me hizo recordar a Erika, eso me hizo perder la cabeza, sentirme que no valía nada. Después de esta desagradable experiencia empezamos los tres a drogarnos y ya al anochecer Gary fue a comprar comida para toda la semana. Me quedé sólo con Cinthia y volví a recordar, pero empecé a reír lo más fuerte que pude. Ella me imitó, para después abrazarme y besarme; yo no quería porque me dolía mucho sentir nuevamente afecto, pero seguí el juego acostándome con ella.
Sólo fue una experiencia más, como probar droga o alcohol, en ese momento no estaba tan interesado en gozar en demasía, así que me pareció algo insípido.
Cuando regresó Gary los dos ya estábamos con ropa y aparentamos que nada había ocurrido. Esperamos hasta las dos de la madrugada para llamar a mi casa, mi padre contestó, Cinthia le dijo que si quería ver vivo a su hijo tenía que esperar otra llamada y no avisarle a la policía…
Sí, ése era el plan: crear un supuesto secuestro para obtener dinero de mi padre y pagarle a Gary. Sé que nunca debí hacerlo, pero el “destino” me lo aconsejó, y el “destino” me seguirá guiando…

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