08 enero, 2010

Venganza, honor y valentía

Era época de guerra, la gente huía a cualquier lugar que fuera seguro, abandonando sus casas, con el propósito de salvar sus vidas. Los ejércitos enemigos entraban a las casas, saqueaban todo lo que encontraban y se iban. Muchas de esas veces asesinaban a personas que se resistían. Parecía que la balanza ya estaba inclinada al lado enemigo, pero lo que ellos no se esperaban era que un comandante desde una colina tenía adiestrados a cinco mil soldados listos para morir por lo que creían, por sus familias, por el honor, por su país.

Todas las mañanas el comandante Ruiz alentaba a sus muchachos y les comentaba que la victoria estaba casi en sus manos, lo que ellos no sabían era que el gobierno ya se había rendido, y sólo ellos quedaban para defender la patria. Así entre tanta mentira, había una más grande: el ejército de cinco mil hombres era la sexta parte del ejército enemigo. Pero, Ruiz tenía un as bajo la manga, sabía por todas las comunidades, que las huestes enemigas aprovechaban cualquier poblado para saquear y matar, esa quizás era la única debilidad de la cual se podía aprovechar.

Una mañana todo el ejército que quedaba en la patria fue movilizado hasta otra colina cercana a un pueblo, uno de los pocos que no habían sido destruidos. A pesar de la rendición del propio gobierno treinta mil hombres aproximadamente seguían causando estragos en el país. El plan ya casi estaba casi consumado, los pobladores se pusieron de acuerdo y todo estaba listo, sólo faltaba el señuelo. Sólo una persona se atrevió a proponerse como la carnada, era el más joven del pueblo, había llegado de lejos cuando su hermana fue secuestrada y el resto de su familia asesinada. Él tenía dieciséis y sin nadie que lo llorara fue a la misión suicida.

Tres de la madrugada: El chico llegó hasta la base enemiga y les comentó que en una aldea cercana estaba veinte mil soldados esperándolos y que si no se iban a emboscarlos en ese momento, ellos los atacarían. Se le preguntó al muchacho el porqué de su advertencia, y él les dijo, con sinceridad en sus ojos, que lo hacía por su hermana que había sido secuestrada por los soldados y que se habían instalado en su aldea.

Los soldados no sospecharon y lo siguieron. Todos fueron con él argumentando que esa sería la última vez que atacarían en el país y tenían que disfrutarlo todos los combatientes.
El chico vio cómo el mismo sujeto que había raptado a su hermana llevaba un collar que antes su hermana usaba. Él le preguntó que cómo lo había conseguido y le respondió que había matado a una pequeña joven que lo usaba...

Cuatro de la madrugada: El momento había llegado, todo el ejército enemigo estaba por cruzar por la colina cuando el chico lleno de rabia sacó un cuchillo, que había guardado en caso de defenderse, y lo clavó en el abdomen del sujeto que había matado a su hermana con estas palabras: “Esto es por mi hermana” Inmediatamente uno de los soldados le apuntó la cabeza y sin vacilar le dio un tiro en la sien. Este sonido fue el que alteró la tranquilidad del valle y además fue el aviso para que los soldados comenzaran el tiroteo.

Quinientos francotiradores estaban camuflados en la extensa colina y empezaron a derribar uno a uno a los incrédulos soldados. Intentaron entrar a una supuesta zona segura llena de árboles, pero en ella ya se habían instalado cientos de minas que hicieron volar a decenas de soldados. La desorganización del ejército enemigo se hacía notar: una parte de los soldados intentaron contrarrestar el fuego de los francotiradores, otro grupo intentó cubrirse de los disparos en el bosque, pero esta acción los llevó a la muerte, y finalmente un grupo de combatientes retrocedieron para rodear la colina, sin embargo miles de soldados, liderados por Ruiz, ya estaban esperándolos. Así es como resultó la triple trampa. El número de soldados muertos, aproximadamente fue de veinticinco mil para el ejército agresor y de cuatro mil para el ejército defensor. Desgraciadamente una de las víctimas fue el comandante Ruiz, por el cual un soldado que fue testigo de su muerte la describió en un periódico:

“Eran la cinco de la mañana. Recuerdo que el frío helado del invierno carcomía nuestros huesos, y ya muchos dábamos por perdida la guerra. El comandante Ruiz era uno de los pocos que seguían convencidos de que ganaríamos y así con la convicción maldita y bendita a la vez se fue con una granada lo más cerca que pudo del cúmulo de soldados que había logrado repeler nuestra trampa por atrás de la colina. Fue y con sonrisa de satisfacción logró ya con incontables balas en su cuerpo tirar la granada sobre ellos. Así nos permitió totalmente, entre la sorpresa de aquel acto heroico, acercarnos y vencerlos. Teníamos miedo, aunque no lo pareciera, no de perder la vida, sino de perder la guerra al lanzarnos contra ellos, pero el comandante nos dio la valentía absoluta que necesitábamos”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena historia me gusto la trama, creo que tiene potencial para una continuacion de la misma que le pueda dar un giro inesperado a la historia mi querido Poeta745, dandole giros y jugando con los papeles de los soldados que pudieran haber seguido con vida, en esto te digo que la historia me gusta pero el final no tanto,por lo seria interesante verlo progresar.
Atte.
DER0X