Con el
pasar del tiempo volviose amigo de ellos, y empezó a salir en las noches, luego
de dejar a su madre durmiendo. Eran pocos los curiosos, que se percataron de
sus borracheras, porque cuando el sol se ponía, solamente los valientes salían
de sus casas. Eran días de convulsión, con un gobierno débil, incapaz de
detener los crímenes. Y uno de estos crímenes llegó a abrazar a Javier, como
cuando el destino se aferra a ti…
- Javier
vamos a una nueva disco. La acaban de inaugurar.
- Vamos,
pero regresaré temprano. Tengo mañana que llevar a mi mamá al hospital.
Pero, a
mitad del camino, uno de los nuevos amigos de Javier recordó que había olvidado
su mochila con botellas de cerveza en la tienda, en donde habían estado
anteriormente.
- ¡No te
preocupes, yo voy por ella! Ustedes adelántense y consigan buenos lugares.
El
muchacho era hacendoso, una persona a la que le gustaba ayudar. Y en ese afán
de buscar la menor preocupación para los demás, fue a encontrarse con su propia
tragedia. Encontró la mochila, pero cuando llegó a doblar la esquina, se cruzó
con una persona encapuchada, quien sin mediar palabra, sacó un arma y le
disparó. Un sonido fuerte, que tapó sus oídos, un dolor muy agudo en el pecho,
y después oscuridad. Un muerto en el piso. Una rencilla que no debía afectar a
ese pobre joven. Una madre destrozada.
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